FLEURE
Apenas cuelgo, mi teléfono vibra de nuevo. Un mensaje anónimo. Dos palabras: "Te han visto."
Mi sangre se congela. Estas palabras resuenan en mi cabeza como una campana fúnebre, una amenaza velada pero afilada, lista para desgarrar mi frágil equilibrio.
Unos minutos más tarde, una llamada.
El nombre de Aaron aparece, cruel, imposible de esquivar. Mi aliento se detiene. No me atrevo a contestar, pero el teléfono sigue sonando. Otra vez. Una presión sorda me aprieta el pecho. El miedo me ahoga.
Finalmente contesto, con el corazón latiendo como un tambor de guerra.
— Fleure, murmura, su voz es glacial, cortante, como una hoja afilada que acaricia la piel.
— Sé lo que hiciste.
Trago, incapaz de ocultar esta mezcla de angustia y rabia que me consume.
— Quiero verte. Ahora. En mi casa.
Su voz es una orden, un ultimátum. No es una solicitud. Siento la amenaza en cada sílaba, pesada, palpable.
Murmuro un nombre, casi en oración.
— Samuel…
Se instala un silencio. Luego un suspiro pesado