Me estaba volviendo completamente loca con este cabestrillo en el brazo que me lo inmovilizaba. Aparte de que la comezón era algo irritable y muy estresante.
Tenía apenas unos días con esta cosa la cuál me evitaba trabajar, montar o hacer mis tareas diarias a la que me había acostumbrado.
La parte buena de todo esto es que Paula estaba aquí en la hacienda conmigo pasando sus vacaciones y conociendo toda la hacienda y sus alrededores.
—Nana Rosario, ¿Has visto a Paula?
Entro a la cocina encontrándola cortando algunos vegetales y removiendo su cacerola con guisos que mantienen la cocina con un olor exquisito.
—Salió está mañana a montar acompañada de José y la niña Fara —Me sonríe cálidamente —. ¿Cómo sigue tu brazo?
—Bien nana, iré por ellos.
Camino saliendo de casa en dirección a las caballerizas donde me encuentro a José hablando muy amenamente y entre risas con Paula.
Al verme Paula se gira y se acerca a mi sonriéndome.
—No sabes, conocí los alrededores de la hacienda y qued