La mañana llegó demasiado pronto para Tanya, había pasado gran parte de la noche dando vueltas en la cama, su mente era un torbellino de preocupaciones y planes a medio formar.
Cuando finalmente logró conciliar el sueño, sus sueños estuvieron plagados de imágenes de Dina atrapada y Arien acechando en las sombras.
Se despertó sobresaltada con el sonido de la alarma, sintiendo como si apenas hubiera cerrado los ojos, con un suspiro cansado, se obligó a levantarse y comenzar su rutina matutina.
Mientras se arreglaba frente al espejo, Tanya repasaba mentalmente su estrategia, tendría que seguir jugando el papel de la asistente eficiente y ligeramente coqueta, manteniendo a Arien interesado pero a distancia.
Al mismo tiempo, necesitaba encontrar una manera de comunicarse con Dina sin levantar sospechas.
— Puedes hacerlo —se dijo a sí misma, mientras observaba su reflejo— por Dina.
Llegó a la oficina temprano, decidida a demostrar su eficiencia, para su sorpresa, Arien ya estaba allí, se