Samuel
Nos habíamos quedado callados luego del comentario de Emmanuel. Si le llegaba a pasar pasa algo a la Cachetona por mi culpa, no iba a perdonármelo. Mi tío David tenía razón y a mí se me fueron las luces. Porque tranquilamente Ernesto y Alexey pudieron haberse quedado a cuidarlas.
No iba a excusarme, metí la pata. También le envié la información al tío de que Lina y sus amigas debieron de ser contratadas por la gente de Alonso. Ahora me era muy claro, ellas vinieron a este lugar para vigilarnos y no para molestarnos. Trabajaban para los malos; quedó clarísimo. El celular volvió a sonar. Ya estábamos ingresando a Taganga.
—Gaby.
—¿Sam se demoran? —Su voz me demostraba que estaba nerviosa.
—¡¿Qué pasa?! —Egan aceleró más el carro.
—No sé si estoy paranoica, pero acaban de ingresar diez hombres al lugar donde nos encontramos, y no dejan de mirarnos. Sam ven.
En ese instante comprendí de manera literal: esta mujer me importaba no para pasar un rato de sexo, sino para compartir todo