Ernesto
La tensión estaba a flor de piel. Desde nuestra llegada a la carretera, donde se llevarían a cabo los piques. Egan ya se encontraba en la carrera final. Para llevar a cabo el evento, se había cerrado una carretera no tan transitada. Era una de las estrategias utilizadas por los organizadores; con tiempo se informa a la ciudadanía por radio que tal trayecto estará cerrado por motivos de arreglos.
Por eso era un tema ejecutado en un máximo de cuarenta minutos, pero nunca llegamos a ese límite. Al asar, se organizan en dos grupos de cuatro pilotos; de la primera carrera salen dos ganadores, quienes se enfrentan para quedar solo uno, y ese se enfrentaba al ganador del otro grupo. Los dos últimos eran los que competían por el botín de oro. En cada carrera se movían apuestas. Ya era la última; del grupo A ganó Egan y del grupo B era un piloto nuevo.
—¿Cómo van las apuestas?
Sam llegó a mi lado. Como nos ubicamos en una carretera poco transitada, los organizadores habían puesto sill