Rubí
Acababa de terminar de leer las cartas, vi el video, copia del acta de alejamiento. Ya sabía que no se había acostado con ella. También me explicó la confusión del juego de palabras, las cuales me hicieron creer que me había negado. Las veces que se presentó en mi casa a rogar que le informaran dónde estaba, he hablado con mis padres.
Estaba realizando todo lo que deseaba que hubiera hecho antes… No iba a mentirme, me encontraba feliz de leer por primera vez las palabras: te quiero y te amo. Pero, aun así, no me pondré en bandeja de plata. Emmanuel llegó con dos platos de una deliciosa cena, que por lo menos olía increíble.
Lo miré, no era muy bueno en la cocina, por lo menos no se dejaba morir de hambre, pero el bistec con papa gratinada y ensalada no era su especialidad. Y más bien, pidió ayuda, algo que me gustó mucho más, porque quería sorprenderme y eso me parecía bonito.
—No lo cociné, Pequeña.
Sin duda este hombre podía hacer conmigo lo que se le diera la gana. Por eso no