Legalismos:

Umara:

Cítiê se incorporó de un salto en cuanto el Emperador se sentó de nuevo sobre su dorado trono.

Me ha tomado de la mano y me ha sacado del Gran Salón por dónde mismo hemos entrado. Las doncellas de su séquito nos siguen en tropel. No entiendo por qué la mujercita corre tan despavorida, pareciera que los sabuesos del infierno nos persiguen.

Hemos llegado al pabellón, Cítiê ha despedido a las doncellas del séquito y ha reunido a las demás esposas. Les ha contado lo sucedido y ahora están todas reunidas a mí alrededor.

— ¡Está loca!– chilla Burya.

—¿Realmente hizo eso?– increpa Sarab, con admiración.

—¿En medio del Mayilis?– pregunta Zai.

— Es increíble…–me observa boquiabierta Mem.

Cítiê recorre de un lado a otro el pabellón. Se muestra contrariada, enfadada y francamente desesperada.

— ¿¡Tienes la más mínima idea de lo que has hecho?!–se acerca a mí y me agita agarrándome por los hombros. – Si tanto deseo tienes de morir toma una daga y córtate el cuello, pero no continúes con tu
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