Umara:
Él se negaba a creerme, fue tanta su duda que demandó verlos por sí mismo a la mañana siguiente y así sucedió. Nos reunió en la sala del té junto con su consejo privado, Cítiê, Zai, Mem y Burya no salían de su asombro.
La cabellera larga e imposiblemente negra de los mellizos, además de sus resplandecientes ojos dorados gritaba a los cuatro vientos que realmente sí eran hijos suyos.
—¿Cuantos años tenéis?- interrogó Cítiê.
—Diecinueve.- contestaron al unísono ellos.
—¿Que sabéis de vuestro padre?- susurró Burya, visiblemente consternada.
Ambos me miraron y yo asentí.
—Padre fue un gran guerrero, un rey entre su gente. Madre le conoció en su juventud pero no pudieron permanecer juntos…- explicó Alessia.
—Porque el destino se opuso y ella tenía responsabilidades para con los pueblos nómadas.- termina Lysander, recitando la misma explicación que he repetido durante años.
Alessios me mira como si fuera su peor enemiga y tiene toda la razón, al fin al cabo lo privé de la posibilidad