Capitulo884
—Tranquilo, muchacho. No necesitas ponerte tan nervioso —dijo Carlos con un tono tranquilo—. Sé que no tienes malas intenciones. Si las tuvieras, créeme, no estaría en este lugar esperándote.

Sus palabras me aliviaron profundamente. Sentí como si me quitaran un peso enorme en el pecho.

—Entonces, señor Carlos… ¿a qué se refiere con exactitud? —pregunté, decidido a ir al grano.

Carlos sonrió con mucha calma y señaló hacia una zona más tranquila del parque.

—Hay unos sillas por allá. Vamos a sentarnos, así hablamos con calma.

Sorprendido lo seguí hasta una de las bancas de madera, algo apartada, a la sombra de unos árboles. Nos sentamos. El ambiente era tranquilo, pero mi mente seguía agitada.—Sé a la perfección lo que Alodia quiere que hagas —empezó a decir Carlos—. Pero ahora mismo no puedo llevarla de vuelta a casa. No es por mi salud, sino por mi empresa.

—Mi compañía está atravesando ciertos problemas internos. Necesito tiempo para resolverlos —continuó—. Y mientras tanto… necesito
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