Capitulo829
Rubio, en realidad, no quería venir esta noche.Fue Kallen quien insistió.

Quería que Rubio presenciara su —gran regreso—, que viera cuán poderoso y temido seguía siendo.

Pero el resultado fue totalmente opuesto.

Rubio no vio poder.

Lo que vio… fue a Kiros y a mí convertidos en dos bestias salvajes, como sacados de una película de terror.

Y el miedo lo tenía a punto de orinarse encima.

Desesperado, empezó a sacudir la puerta de la furgoneta con fuerza:—¡Quiero bajarme! ¡Déjenme salir, por favor!

Kallen le soltó una bofetada y le gritó furioso:—¡Idiota! ¡Si abres la puerta, ellos van a poder subir! ¡Quédate quieto y cierra la boca! ¡No pienso…

¡PUM!

Un estruendo interrumpió sus palabras.

El cristal de la ventanilla tembló violentamente.

Era yo.

De pie junto al vehículo, con la barra de acero en alto, golpeándolo con toda mi furia contenida.

Cada golpe era un estallido de rabia.

Mi auto, mi auto nuevo…Aún lo estaba pagando mes a mes, lo cuidaba como a un hijo.Y ellos lo habían destrozado
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