Capitulo826
Mientras yo seguía dudando, fue el propio Aquilino quien habló:—Óscar, quédate a ayudar a Patricia, ¿sí?Estos días ha estado realmente agotada.—Ella creció entre comodidades, nunca tuvo que enfrentarse a algo así.Verla tan cansada me parte el alma.

Con los dos pidiéndomelo, ya no tenía forma de negarme.Rechazarlos sería hasta grosero.

—Está bien, me quedaré y les echaré una mano —acepté por fin.

Lo cierto es que el tratamiento de Aquilino requería muchísima atención: muchas medicinas, muchos pasos, mucha precisión.Y yo tampoco estaba tranquilo dejando toda esa responsabilidad sobre Patricia.

Patricia se alegró enseguida:—¡No necesitas traer nada! Aquí tengo de todo.Quédate en la habitación de invitados, la que tiene buena luz y buena ventilación. Es muy cómoda…

Y siguió hablando, como si temiera que yo pudiera sentirme incómodo.

Me ofrecía lo mejor de la casa, sin reservas.

Todo en su hogar era de alta gama.Si no fuera porque me había ofrecido a quedarme para ayudar, jamás habría tenid
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