Capitulo812
El aire se cortó como un cristal cuando Eric se sobresaltó, como si le hubieran aplicado una descarga eléctrica en la nuca. Al girarse bruscamente, su espalda chocó con la pared de ladrillos detrás de él. Allí estaba, erguido como un espectro emergido de sus peores pesadillas: la figura imponente de Elrik avanzando con ímpetu hacia él con paso firme, el rostro contraído por una ira tan glacial que parecía capaz de congelar el mismísimo aire.

El color se esfumó de las mejillas de Eric, dejando tan solo un tono cenizo. A pesar del divorcio, la sola presencia de su exsuegro seguía ejerciendo sobre él una presión casi física, como si el aire se hubiera convertido en plomo.

Con una rapidez tan abismal que rayaba en lo patético, Eric esbozó una sonrisa servil que le deformaba el rostro:—¡Padre! ¿Qué... qué sorpresa tan agradable! —Su voz sonó estridente, tan falsa como moneda de cuero.

Tan admirable en el peor de los casos. El hombre había elevado la falta de dignidad a forma de arte.

Elrik
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