—Pues usted tiene toda la razón. Tanto los hombres como las mujeres tienen necesidades en el ámbito sexual, eso es completamente normal.
—Y, tal vez podrías hablar con tu esposo, por ejemplo, podrían tener relaciones una vez al mes. Así él no sentiría tanta presión, y tú también podrías sentirte más aliviada.
De repente, Alodia pareció recordar algo y, claramente molesta, me dijo: —¿Y acaso ahora tengo que disculparme con él? ¡No puedo ni siquiera hablar de eso, me da mucha vergüenza!
—¡Por favor, ayúdame con esto!
Pensé por un momento: ¿cómo se supone que debo ayudarte en este caso? No puedo ir a hablar con Carlos y decirle: —Tu esposa tiene necesidades, por favor, satisface esas necesidades.
Pero Alodia, insistente, me dijo: —Si logras solucionar este problema por mí, te prometo que lo de ser mi discípulo, lo conseguirás al 100%.
¿Me estaba amenazando de alguna manera? No tenía muchas opciones, así que al final, me vi obligado a ceder.
Suspiré y, a regañadientes y, le respondí: —Está