—¿Qué tipo de favor?—Quiero convertirme en discípulo del señor Jorath. ¿Podrías convencerlo para que me acepte como su aprendiz?De repente, se me ocurrió que, debido a que Jorath trabajaba para la familia Martínez, quizás Alodia podría ayudarme a conseguirlo.Alodia soltó una repentina carcajada antes de responder:—¿Solo eso? ¡Eso es pan comido! Si logras resolver mi asunto, te garantizo que Jorath te aceptará como su discípulo.Después de escuchar estas palabras, me llené de entusiasmo y respondí de inmediato:—¡Trato hecho, señora! Entonces, ¿nos vamos ahora mismo?Pero Alodia le rechazo y dijo con total tranquilidad:—No, yo no voy. Tendrás que hacerlo tú solo.—¿Eh? ¿Cómo voy a hacerlo yo solo?—Carlos y yo hemos estado peleando estos días, así que no puedo volver a casa por ahora. Además, este asunto de su —revisión médica— tiene que mantenerse en secreto.Sorprendido, y sin entender la situación del todo le respondió.—Pero es que ni siquiera conozco a tu esposo. No tengo ni i
—¿También crees que lo que pasó entre nosotros fue un error? —me preguntó mi cuñada, mirándome fijamente.De repente, sentí un leve remordimiento.Recordé que, en el Refugio de la Montaña Esmeralda, ella solía tratarme con indiferencia, mientras yo siempre la buscaba y trataba de acercarme a ella.Ahora que al final se había abierto conmigo, que incluso habíamos estado juntos, yo le decía algo como esto.Me sentí como un completo idiota, como si la hubiera utilizado y ahora simplemente quisiera desentenderme de ella.Avergonzado y con un tono de voz algo apagada, le respondí:—Cuñada, lo siento… Mi incapacidad ha hecho que Luna sufra demasiado, y lo último que quiero es seguir causándole más daño.Pero ella no se molestó conmigo. En cambio, suspiró y, con una ligera sonrisa, dijo:—Entiendo cómo te sientes. No te culpo. Al menos, el tiempo que pasamos juntos fue muy feliz para mí.Se quedó en silencio por unos segundos y luego agregó con un tono melancólico:—Pero, aun así, me da mucha
Sin perder más tiempo, mi cuñada tomó su celular y llamó directamente a su hermana menor, Alicia.Alicia, quien llevaba días lidiando con los problemas que le causaba Zorath, apenas escuchó la propuesta de su hermana, respondió sin dudarlo:—Hermanita, dile a tu hermano que venga a quedarse en este lugar.Su voz sonaba llena de una ira incontrolable, y unos minutos más tarde, estalló en ira:—Ese maldito de Zorath ya ni siquiera se molesta en ocultarlo. Anda por ahí haciendo lo que le da la gana sin el más mínimo pudor. Me da asco. Pues bien, si él puede hacer lo que quiere, yo también puedo hacerle la vida imposible.Mi cuñada sintió un ligero escalofrío al notar el tono de su hermana y rápidamente le advirtió:—Alicia, solo te estoy enviando a Óscar para que se quede unos cuantos días contigo. No quiero que se te pase por la cabeza ninguna locura con él, ¿me oyes?—¡Por supuesto que no! ¿Cómo crees? Ahora mismo no tengo ni la más mínima intención de involucrarme con ningún hombre.Se
Me sentí bastante incómodo con la situación.Con las mejillas ligeramente sonrojadas, me aclaré la garganta y le dije:—Tú debes de ser Alicia, ¿verdad? Soy Óscar.Ella saludó, con los ojos aún enrojecidos, se notaba de que había estado llorando.—Lo sé. Pasa.Tomé mi equipaje y entré en el departamento.El interior estaba hecho un desastre, como si hubiera pasado un huracán en este lugar.Hice mala cara, sorprendido por el estado del lugar, y pregunté:—¿Qué ha pasado en este lugar? ¿Acaso entraron ladrones?Alicia dejó escapar una risa amarga y respondió con desprecio:—No. Fue ese desgraciado. Vino a la casa y terminamos fue peleando.Mi expresión se endureció cada vez más al escuchar eso.—Esto es completamente inaceptable. ¡Si él fue el que hizo todo mal, ¿cómo fue que se atrevió a venir a buscarte y ponerte las manos encima?!Suspiré enojado y dejé mi equipaje a un lado.Luego, sin pensarlo demasiado, empecé a recoger y organizar el desastre que había en la sala.Alicia se dejó c
—Liora sí tenía algunas quejas al respecto, pero no se encontraba bien físicamente… Así que pensé que lo mejor era esperar hasta que terminara sus exámenes médicos antes de hablar de cualquier otra cosa —respondió Kiros con calma.—Esto tenía sentido. Lo importante es tomárselo con tranquilidad. Siempre que haya comunicación entre ustedes, las cosas solo pueden mejorar con el tiempo.En ningún momento se me había pasado por la cabeza interferir en la relación entre Kiros y Liora, ni mucho menos intentar separarlos.De hecho, si soy sincero, en realidad esperaba que les fuera bien y que pudieran envejecer juntos.Últimamente, mi mentalidad había cambiado demasiado.Al igual que Paula, quería dejar atrás las malas costumbres y alejarme un poco de cualquier tentación.Después de todo, sin la capacidad de sostenerme por mí mismo, ni siquiera tenía derecho a pensar en placeres superficiales.Al final, todo se reducía a una simple verdad: primero debía mejorar como persona.Charlamos un poco
Zorath lleno de fastidio, dijo:—Alicia, de veras no hablas nada productivo. Ya casi estamos divorciándonos y sigues con estas pendejadas. ¡SinvergüenzaAlicia, lejos de molestarse por eso, respondió con indiferencia:—Sí, soy despreciable. Soy la mujer más patética del mundo. Sé perfectamente que me has sido infiel y aun así sigo en este lugar, humillándome, perdiendo hasta el último rastro de mi dignidad femenina.Hizo una pausa, de repente su voz se quebró y continuó:—Pero no puedo evitarlo. No sé cómo controlarme. No sé qué haré cuando ya no estés en mi vida…Mientras hablaba, las lágrimas comenzaron a caer desbordadas.Zorath gruñó con impaciencia:—¿Sabes qué es lo que más me molesta de ti? ¡Exactamente todo esto!—Dices que me amas, pero yo jamás he sentido ese amor. Te comportas como una niña caprichosa que no sabe más que aferrarse a mí.—¿Acaso entiendes que los hombres necesitamos libertad? ¿Espacio?—Me tienes tan asfixiado que ya no puedo soportarlo más.Alicia, alarmada,
Estaba furioso. Saqué el celular de inmediato con la intención de llamar a mi cuñada y explicarle que no pensaba seguir viviendo en este lugar.Pero antes de que pudiera siquiera marcar un número, Alicia me lo arrebató de las manos con rapidez.—No hace falta que digas nada. Esta es mi casa. Si quiero que te quedes, te quedas. Si quiero que te vayas, te vas y punto.Contuve la molestia que me recorría por mi cuerpo y, con voz contenida le respondí:—Está bien, me iré. Ahora devuélveme mi celular.—No. Primero ve a hacer tu maleta, no quiero que te arrepientas después.Me hablaba como si yo fuera una persona sin palabra, como si fuera un cobarde incapaz de sostener mi decisión.Y lo más absurdo de todo era que el verdadero miserable en este lugar era su marido, Zorath. Pero en vez de enfrentarlo, ella se arrastraba detrás de él sin mostrar rastro alguno de dignidad, mientras que conmigo, se daba el lujo de imponer su autoridad como si tuviera algún tipo de poder sobre mí.No pude evitar
—¿Una casa? ¿Un auto? ¿O una vida sin preocupaciones? Lo más probable es que ni siquiera puedas mantenerte a ti mismo. Canallas como tú no deberían casarse, y mucho menos venir a arruinar la vida de las mujeres.Las palabras de Alicia me atravesaron con toda su rabia contenida en estas, dejándome con una sensación de impotencia y rabia contenida.Ser pobre no era mi culpa.Pero por la forma en que ella lo decía, parecía como si la pobreza fuera un delito, como si por no tener dinero estuviera condenado a no tener siquiera el derecho de casarme.Estaba a punto de marcharme definitivamente, pero sus palabras hicieron que me detuviera y, sin poder contenerme, me di la vuelta y me acerqué una vez más a ella.Alicia me miró con frialdad, con una mezcla de burla y desafío total en los ojos.—¿Qué haces? ¿Quieres pues pegarme? Ven inténtalo si te atreves.Suspire, conteniendo la ira que se acumulaba dentro de mí.—No te voy a tocar. Eres la hermana de mi cuñada, y solo por ella, no levantaría