—Estuve en el Refugio Montaña Esmeralda dos días, gasté dos mil dólares, ¿por qué no me lo va a reembolsar?
Aparté su mano, molesto, y le respondí con enojo: —¿El Refugio Montaña Esmeralda es una propiedad de tu amiga? ¿Por qué no le pides a ella que te lo dé gratis?
Frotándome la oreja con fuerza, sentí como si me la fuera a arrancar de tanto que me tiraba.
Esta mujer tenía una fuerza increíble.
No entendía cómo, siendo tan pequeña de senos, podía tener tanta fuerza.
Natalia cruzó los brazos sobre su pecho y me respondió con determinación: —Si mi amiga me da las cosas gratis, eso es asunto suyo, pero tú eres el que me hizo ir hasta Refugio de la Montaña Esmeralda para buscarte. Ese es tu problema.
—No me importa, me lo vas a reembolsar. Y si no lo haces, tendrás que encontrar la manera de hacer que mi pecho crezca.
Me estaba poniendo muy nervioso por su insistencia, así que le respondí con enojo: —Ya te lo dije antes, si quieres que tu pecho crezca, ¡haz que te embaracen!
—Tu pecho es