Se dice que las mujeres que saben cómo hacerse las mimadas y las más caprichosas son las más afortunadas y las que terminan consiguiendo siempre lo que quieren, y pues María pensaba que, sin duda, la suerte de su madre era un buen ejemplo de todo ello.
Su padre le cumplía todos los caprichos y hacía todo lo que ella decía, la consentía como a una mocosa de 5 años.
Se contaba que, cuando Alodia dio a luz a María, el dolor que sufrió durante el parto fue tan intenso que juró que no tendría otro hijo.
Y al final, Carlos cumplió su promesa y no permitió que Alodia tuviera un segundo hijo.
Por eso a pesar de que sus suegros insistieron una y otra vez, Carlos siempre estuvo del lado de su esposa.
Por esa razón, Carlos solo tuvo a María como hija.
Carlos se dedicó a educarla con mucho esmero, con la esperanza de que, cuando ella creciera, algún día pudiera tomar las riendas de su empresa.
Sin embargo, María no sentía el menor interés por los negocios. Lo que le apasionaba era la medicina.
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