La mesa estaba llena de comida; mi cuñada había preparado una cena realmente abundante y especial.
Mi hermano incluso sacó una botella de vino que llevaba años guardando, como si este fuera un momento especial que merecía celebrarse a lo grande.
Era evidente que todos habían planeado esta reunión con mucho esmero.
Una vez que todos se sentaron entusiastas en la mesa, mi hermano levantó la botella y la abrió con un gesto ceremonioso. —Hoy es un día magnífico para celebrar. Mi hermano Óscar sobrevivió a una situación peligrosa, y estoy seguro de que lo que le espera es pura suerte y bendiciones.
—¡Vamos, todos levanten sus copas! ¡Un brindis por mi hermano!
Todos tomaron sus copas al mismo tiempo, con sonrisas y comentarios amistosos. El ambiente parecía relajado, lleno de risas y camaradería.
Después de varias rondas de vino, tanto los que podían manejar el alcohol como los que no, ya estaban visiblemente afectados por la bebida.
Incluso Luna, con las mejillas encendidas y