Yo: —Ya te lo dije antes. Todavía no es el momento adecuado para mostrarte mi cara. Cuando llegue el momento, te la enseñaré sin problemas.
María me envió de inmediato una foto, y al verla, el corazón me dio un vuelco total: —era la muleta que había perdido en el hotel.
Supe al instante que estaba en serios problemas.
Y, efectivamente, María me mandó un mensaje: —¿Estás internado en el Hospital Central?
Al ver la muleta en la foto, sentí de inmediato cómo mi corazón se aceleraba por completo; me sentía como un ladrón sorprendido en pleno acto.
Sin embargo, me armé de valor y respondí con firmeza: —No, no es mía. Esa muleta es de un familiar al que he estado cuidando estos días.
María, sin rodeo alguno, me envió un mensaje de voz repleto de sarcasmo: —¿Crees que soy una niña ingenua? ¿Verdad? ¿Sales a tener una aventura y llevas contigo la muleta de tu familiar? ¿Eres tú el que tiene un problema en la cabeza o es tu familiar?
El arrepentimiento me invadió por completo.
Cuando uno está n