NICK
No podía creer que mi padre me sugiriera abandonar a mi esposa. Fue él quien me enseñó que la familia no se deja, que hay que luchar por ella y resolver los problemas con las personas amadas. Sin embargo, ahora ese mismo hombre me aconsejaba renunciar a mi esposa, a la madre de mi hijo.
¡Qué hipócrita!
Estoy seguro de que mi madre y él también tuvieron sus problemas. ¿Acaso se rindió? No, siguieron juntos y me criaron como una familia. Entonces, ¿por qué ahora me pide que abandone la mía? Sí, lastimé a mi esposa, pero ¿qué se suponía que debía hacer cuando todas las pruebas estaban en su contra?
Solo quería que reconociera su error y aprendiera de ello. Sandra era su amiga y merecía una compensación. Sabía que si le pedía disculpas le tomaría tiempo perdonarla, pero eventualmente lo haría.
El dinero que tomó no me importaba; como mi esposa, tenía derecho a usarlo, pero ojalá me hubiera pedido el dinero en vez de robarlo. En fin, eso ya no importa; las posesiones materiales jamás