En el fondo, Lucas no podía aceptar que Amanda hubiera retirado su corazón tan rápido, ni que lo ignorara como si nada.
Amanda estaba segura de que, en su mente, ella nunca estaría a la altura de Viviana. Pero lo que ya se tiene y lo que no se puede alcanzar son dos cosas completamente distintas.
El comportamiento de Lucas no era más que una manifestación de su orgullo herido, de la insatisfacción que sentía, y por eso la trataba así.
Amanda lo tenía claro: si en algún momento decidiera volver, Lucas volvería a verla como alguien fácil de conseguir, alguien barata, y se aburriría de ella rápidamente.
Ella lo miró con tranquilidad, enfrentándose a sus ojos enrojecidos, y comenzó a desatar uno por uno los dedos con los que Lucas la había sujetado, sintiendo una satisfacción interior.
Pero no podía decírselo.
Para Lucas, el odio y el amor eran lo mismo; ambas emociones tenían peso en su corazón. Solo se odia a alguien a quien alguna vez se amó.
La verdadera tortura para él era no sentir n