LENA:
El precioso hombre-ave, me toma de sus grandes manos y me lleva a rastras por el bosque.
Solo me da tiempo a mirar como Soledad es llevada en los brazos del hermoso hombre que la mira como si quisiera comérsela.
Al cabo de unos minutos mi respiración es casi nula y siento como me falta el aire.
—Espe… Espera…
Hablo con la voz entrecortada y el chico se detiene.
—¿Cómo es que estás cansada? ¿No haces ejercicios? ¿Cómo un hada puede tener tan poca resistencia?
—No tienes derecho a criticarme.
Le señalo con el dedo acusatorio y este niega varias veces y se inclina delante de mí.
—Subete.
—¿Qué?
—Que te subas, no podemos perder más tiempo.
Habla con poca paciencia y yo me ofendo.
—O sea… ¿Estás perdiendo el tiempo por mi culpa?
—Si.
Dice claro y yo abro la boca incrédula.
—Descuida, yo puedo correr por mis propios pies.
Digo comenzando a caminar mientras le paso por el lado con cara enojada.
—Que terca eres, nada más eres una cara bonita.
Dice y me detengo para mirarlo más enojada d