En Suiza y dentro de su lujoso hotel, Mariana comenzaba a vestirse, mientras sentía el humo del cigarrillo que Renato acababa de encender…un mal hábito al que recientemente le había tomado el gusto.

— Fumar es uno de los peores hábitos, siendo un hombre tan recatado e importante deberías de saberlo. Esto me puede hacer daño a mi delicada salud. — aseguró la caprichosa mujer.

Renato soltó el humo sobre el rostro de la chica.

— Lo bueno de ser un acaudalado heredero, es que puedo pagarme a los mejores médicos y tratamientos para sanarme. — respondió él completamente indiferente.

Mariana bufó.

— Entonces…tu y Arianna, ¿Qué tanto se amaron?, en nuestra boda casi creí que me dejarías allí botada y correrías tras ella. — cuestionó Mariana deseando saber.

Renato dio otra calada de su cigarro.

— Eso no te incumbe, Mariana. Solo tienes que saber que ella fue un amor en mi vida, pero es a ti a quien yo amo, y eres tú a quien convertí en mi esposa, eso debería de bastarte. — Renato respon