—Ojalá estuvieran Ramon y mis compañeros del trabajo aquí, eso haría de todo esto algo mucho más especial... — se dijo Arianna a sí misma con nostalgia.

—¿Está lista, señorita? — preguntó una joven que había sido su acompañante desde el día anterior, y la cuál había incluso conseguido a alguien que la peinara.

Arianna mordió sus labios rosados por el labial y asintió.

—Si, creo que nunca me he sentido más lista…esta vez, este momento, es tan solo para mí y Leonardo, sin ningún tercero intentando opacar nuestra felicidad. — respondió Arianna dibujando luego una dulce sonrisa.

—Venga conmigo, ya todo está listo. — dijo aquella joven guiando a la castaña.

Con el corazón casi resonando en sus oídos, Arianna bajó las escaleras, atravesó la sala y el jardín, y suspiró profundamente mientras todas aquellas emociones afloraban en ella y le erizaban la piel. Sentía como si en aquel momento nada más importara, y como si, de alguna manera, y a pesar de que no eran pocos los que deseaban que aque