Lejos de allí, Marcus se hallaba frente a frente a Maximiliano, el hombre lo miraba con aquel repudio con el que lo había mirado después de haberse encargado personalmente de arreglar sus asuntos con su ex esposa.

—Cuanto tiempo ha pasado, ¿No lo crees Maxi? Dime, ¿Cómo está mi querida Mariana?, ¿Se esta divirtiendo con su esposo? — le cuestionó.

—Mariana no es tu asunto, te mandé a llamar tan solo porque necesito que te ocupes de algo que está ocurriendo en los Estados Unidos…necesito que evites que la demanda en contra de la corporación Urriaga trascienda. — respondió Maximiliano con desdén.

En Hawái, la noche había llegado después de un largo día de compras y preparativos para la ceremonia que habría dentro de dos días más, Arianna, sin poder evitarlo, se sentía completamente nerviosa, pues aun y cuando no era su primera boda y aquello era algo mucho más simbólico, sí que era la primera que realmente había deseado...nadie la estaba obligando a casarse.

—¿Preocupada o arrepentida?