EL TERROR DE PERDERLO

-¡Puta madre! Es Julián, es su olor.

Subí a prisa las escaleras y llegué hasta la habitación, Regina seguía dormida y la pasé a su cuna, podía sentir su presencia, su fragancia seguía inundando todos mis sentidos y recordé que hacía meses de Julián no había nada en este mundo mas que recuerdos, sus hijas y que ahora estaba sola y rota.

Había días en los que me sentía tan triste y otros enojada y luego cuando eso pasaba me sentía una cucaracha, Julián no eligió morir, no fue su decisión dejarme, ha sido esta vida que parece no querer que sea feliz jamás.

Mi habitación estaba a oscuras, solo la luz de la calle iluminaba un poco la estancia, entonces fui y corrí las cortinas, me senté a orilla de la cama y lloré por horas, hoy era un día de los que había enojo y no quería dormir para no soñarlo, sabía que lejos de dejar que me acariciara y me llenara de mimos le iba a reclamar su ausencia.

Serían casi las dos de la mañana cuando me pareció escuchar el portón cerrarse, me quedé inmóvil u
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