Al día siguiente, muy temprano, Mónica y Celeste estaban en una llamada. Mónica había llamado emocionada para contarle lo que había pasado.
—¡Celeste, adivina qué! —exclamó Mónica con entusiasmo del otro lado de la línea, con un grito emocionado.—¿Qué pasa? No me dejas dormir —respondió Celeste con pereza desde la llamada.—¡El profesor me puso 'A' en mi proyecto! ¡Gracias, te adoro, Celeste! —Mónica estaba emocionada, sabiendo que nunca antes había obtenido una calificación así, ya que, aunque era muy inteligente, la aritmética no se le daba tan bien. Por otro lado, Celeste destacaba en esa materia.Celeste saltó de la cama al enterarse de la calificación de su amiga, pero al mismo tiempo se preguntaba por qué aún no había recibido la suya.—¿Qué? A mí no me ha enviado mi nota —exclamó con decepción.—Amiga, tal vez aún no revisa el tuyo —trató de consolarla Mónica.—Pero dijo que sería el primero —respondió Celeste, mostrando su decepción.Celeste cortó la llamada y envió un correo electrónico a su profesor para preguntar sobre su nota.«Profesor, buen día. Me preguntaba por qué aún no he recibido mi nota, cuando ya Mónica obtuvo la suya». Escribió Celeste, tratando de ser educada y evitar confrontaciones.Recibió una respuesta en menos de 5 minutos.—Estoy en un dilema. Entre darte una calificación aprobatoria o explicarte mejor lo que has escrito. Ya te daré otra cosa. No comprendo si mi clase es de escritura erótica o de aritmética. —Respondió el profesor, mostrando su frustración.—¿Qué? —escribió Celeste, confundida por las palabras de su profesor.—Ni siquiera chequeaste lo que enviaste, ¿verdad? —respondió él con frustración.—Yo... —Celeste se sintió confundida y avergonzada, sin saber qué responder.Dejó de escribir y fue a revisar los correos que había enviado. El trabajo de su amiga estaba bien, pero el suyo era un relato erótico que había escrito pensando en su profesor.—¿Ya revisaste el correo que me enviaste? ¿Qué piensas? —preguntó Celeste, sintiéndose nerviosa.—Me equivoqué, estaba escribiendo una novela —admitió Celeste.—Es bueno saber que soy tu inspiración —respondió el profesor.—No es lo que crees, solo es ficción, nada de eso es real —se apresuró a aclarar Celeste.—Sabes, tienes muy buena narrativa. Deberías mostrarme el desarrollo de la historia —sugirió el profesor.—Profesor, sí debería —respondió Celeste.—No soy tu profesor ahora, estamos en fin de semana, no estoy trabajando.Celeste cerró el correo y se recostó en la cama, sintiéndose tonta por haber confundido el correo de su tarea con algo que no debió haber enviado. Pataleaba sin parar.Mientras tanto, Thomoe en su casa sonrió ligeramente al ver que Celeste no le respondió al mensaje.—Vaya, realmente quiero saber y no me quedaré con las ganas. Celeste, tú serás mía —murmuró Thomoe.En casa de Celeste, su madre la llamó para desayunar.—Celeste, baja a desayunar —gritó su mamá desde la cocina.—Ya voy, mamá —respondió Celeste, tratando de animarse a sí misma.Celeste bajó las escaleras desanimada. En la mesa ya estaban sus padres desayunando.—Buenos días, papá y mamá —los saludó con una sonrisa y les dio un beso a cada uno.—Hola —dijo fríamente Alberto .—Siéntate —le pidió su madre.Su mamá se levantó para servirle, pero su padre la detuvo.—Deja que se sirva sola, no tiene chacha —dijo su padre de forma despectiva, mirando a Celeste con desprecio.—Está bien, mamá, me puedo servir sola —respondió Celeste.«Ya quiero deshacerme de este estorbo» pensó Alberto .«A pesar de que no es nuestra hija, deberías ser amable. Nos pagan muy bien por cuidar de ella» pensó Alma, sintiendo otro tipo de emoción.—Hoy vendrán mis jefes a almorzar, así que quiero que se vistan decentemente —anunció el padre.—Sí, papá —pronunció Celeste con una sonrisa fingida, sabiendo que su padre quería impresionar a su jefe actuando de manera hipócrita.—Sí, cariño —respondió su esposa con una sonrisa, consciente del esfuerzo de su esposo por impresionar a su jefe.—En especial tú, Celeste, no quiero verte con ropa corta —amenazó el padre.—Sí, papá —respondió Celeste.Después del desayuno, Celeste salió de compras con su amiga Mónica.—No sé por qué compro esta ropa si no me dejan usarla —se quejó Celeste al ver un hermoso vestido que le llegaba a la rodilla, sabiendo que su padre prefería que vistiera de manera más recatada.—Lo mismo pienso —dijo Mónica mientras miraba con decepción los vestidos frente a ellas.Las dos compraron blusas de manga larga y shorts, sabiendo que a sus padres solo les gustaba verlas usando faldas hasta los tobillos; lo más corto que podían usar era el uniforme.—¿Qué te dijo el profesor? ¿Por qué no te ha dado tu nota? —preguntó Mónica, cambiando de tema.—Fue un error, le envié mis fantasías con él —confesó Celeste, sintiéndose avergonzada.—No debiste hacerlo, seguro te suspenderán. Se ve que el profesor es de carácter fuerte —dijo Mónica, sorprendida.—No, de hecho quiere saber qué sigue —confesó Celeste en voz baja, con un tono lleno de intriga y nerviosismo, mientras jugueteaba con un mechón de su cabello castaño.—El profesor es un pervertido —rió Mónica, soltando una carcajada traviesa que resonó en la habitación.—Sí —asintió Celeste con una sonrisa tímida, sintiéndose avergonzada pero divertida por los comentarios de su amiga.—Si te conociera, tú le ganas en lo pervertida. Diría que ambos son tal para cual —bromeó Mónica, con una mirada cómplice que indicaba años de amistad y complicidad entre ellas.—Tonta. Ya me voy porque habrá visita en casa —declaró Celeste, mientras se levantaba del sofá y se ajustaba la falda con gesto distraído.—Ok. ¡Nos vemos!—Adiós —respondió Celeste, dando un abrazo rápido a su amiga antes de salir corriendo hacia la puerta, con una mezcla de emoción y apuro.Celeste se dirigió a toda prisa hacia la parada de camiones, el viento agitando su cabello y su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Al llegar, se sorprendió al ver a Thomoe arriba del camión, con una expresión de sorpresa y anticipación en su rostro.—Vaya, ¡qué sorpresa! —exclamó Thomoe, con una sonrisa encantadora que hacía que los ojos de Celeste brillaran con una mezcla de emoción y nerviosismo.Ella se preguntaba por qué él estaba en el camión si supuestamente tenía auto, pero no tuvo tiempo de hacer preguntas antes de que el camión frenara bruscamente y Thomoe la agarrara para evitar que perdiera el equilibrio.—Sí, profesor —dijo Celeste nerviosa, sintiendo la mano de Thomoe en su cintura, una sensación eléctrica que le hizo contener el aliento.—¿Ya sabes cómo continúa? —preguntó él, con una voz suave que parecía llenar todo el espacio a su alrededor. —Celeste, ¿estás bien? —susurró al oído, con una cercanía que hizo que la piel de Celeste se erizara.—Yo… —balbuceó Celeste, sin poder articular una respuesta coherente ante la repentina intimidad entre ellos.—Tranquila, ya me lo dirás. ¿Cómo vas con tu proyecto? —preguntó Thomoe, desviando la conversación hacia un tema más neutral, pero manteniendo su mirada fija en los ojos de Celeste, como si tratara de leer sus pensamientos.—Ya lo voy a terminar —respondió Celeste, sintiéndose un poco más tranquila al hablar de algo más concreto y tangible.Mientras tanto, en el interior del camión, un desconocido se levantó para darle el asiento a Celeste, y ella se sintió agradecida por el gesto, aunque se preguntaba qué pensaría Thomoe al respecto.Finalmente, Celeste se sentó, tratando de ocultar su nerviosismo detrás de una máscara de tranquilidad. Puso música en sus auriculares y se sumergió en su mundo, enviando el proyecto una vez más, pero esta vez revisándolo meticulosamente para asegurarse de que estuviera perfecto. Mientras tanto, Thomoe se sentó a su lado, revisando sus correos con una expresión concentrada en su rostro.Al finalizar, Celeste recibió una respuesta del profesor, que la dejó perpleja y ruborizada. La mención de «Nos veremos esta noche» la llenó de incertidumbre y anticipación, y no pudo evitar preguntarse qué significaba esa reunión y qué implicaba para su relación con Thomoe.Cuando alzó la mirada para buscarlos el ya no estaba.La joven llegó a su casa con el corazón acelerado, debido a la conversación con su profesor en el autobús. Al llegar a su casa, corrió a su habitación, cerró la puerta de un portazo y recargó su cabeza en la puerta de la habitación.—¿Qué estará pensando ese hombre? —murmuró en voz baja mientras cerraba los ojos y no podía dejar de pensar en su profesor y en las palabras que intercambiaron en el autobús. Se tiró en la cama y cayó en un sueño profundo.En medio de ese sueño, se encontraban dos personas entrelazadas mientras el éxtasis se podía sentir en toda su plenitud.—Vamos, muévete más —le pidió el hermoso hombre que estaba recostado en la cama, mientras ella brincaba arriba de él.—haaaa, sí, así —pronunció Celeste cerrando los ojos y dejándose llevar por las sensaciones que estaba experimentando en ese momento.—¡Más rápido! —pidió Thomoe, tomándola de las caderas para aumentar la velocidad.Él jaló su cabello, la hizo girar y luego la puso a cuatro patas.—¿Por detrás? —pregunt
El profesor, con paso lento pero decidido, se aproxima a Celeste, su figura imponente contrastando con la delicadeza de la joven.—¿Qué debo hacer? —se pregunta Celeste, sintiendo un cosquilleo nervioso en el estómago.Al estar Thomoe cerca, ella lo besa con timidez, sus labios se encuentran en un gesto lleno de anhelo.—¡Qué encantadora te ves! —murmura Thomoe, con su voz grave y profunda resonando en la habitación.Se besan con pasión, sus cuerpos se acercan en un abrazo íntimo y ardiente.—Celeste, te estoy hablando —la saca de su ensueño Thomoe, su tono firme pero cariñoso.«Estoy solo fantaseando», piensa Celeste, sus mejillas ardiendo de vergüenza y deseo.Thomoe está parado en la puerta con su ropa puesta, su mirada intensa y penetrante fija en ella.—¿Qué te pasó en la mejilla? —pregunta Thomoe, sus ojos escudriñando el rostro de Celeste con curiosidad.—Haa, dormí sobre mi mano y se me marcó, por más que traté de taparla con maquillaje no sirvió de nada, no sé maquillar —dic
—¿Por qué llegaste tan tarde? —inquirió Dan con una arruga de preocupación en la frente, ansioso por conocer el paradero de su hermano mayor.—¿Por qué te importa? —respondió Thomoe con un tono de desinterés evidente en su voz, mientras desviaba la mirada.Alberto observó con preocupación: «Si así habla con su hermano... Este hombre me intimida» pensó, frunciendo el ceño ante la actitud distante de Thomoe.—¡Qué adorable pareja hacen! —exclamó Alma, con una sonrisa en los labios al ver a Thomoe y Dan juntos, sin sospechar siquiera que eran hermanos.—Siéntate a mi lado —invitó Dan con una sonrisa amable, haciendo que Alma imaginara más romances entre ellos, mientras los veía como una pareja encantadora.A pesar de la negativa inicial de Thomoe, al final cedió, sentándose junto a Dan con una mueca de resignación, donde había dos asientos vacíos junto a él.Después de un breve momento, Alma tomó asiento junto a Dan, mientras Celeste, con una mirada expectante, finalmente cruzaba el umbra
—No es justo, realmente quería acabar —pensó triste Celeste mientras observaba con desánimo la habitación.Con pasos apresurados, Celeste se dirigió hacia su recámara, deseando escapar del ambiente tenso que se palpaba en la casa antes de que sus padres comenzaran otra de sus acaloradas discusiones. Agarró su computadora portátil y se dejó caer pesadamente en el sofá, buscando refugio en la pantalla luminosa.Al ver un correo del profesor parpadeando en la pantalla, frunció el ceño y se preguntó: —¿Qué es esto?——Espero que te sea útil —leyó Celeste en voz alta, las palabras del profesor resonando en su mente.¿Qué? ¿Cuándo grabó eso? Con manos temblorosas, abrió el archivo adjunto, encontrándose con las grabaciones de lo que sucedió debajo de la mesa en la reunión.Celeste miró el video con atención, cada detalle alimentando su creciente indignación. Todo había sido real y ahora tenía pruebas tangibles de ello.—Tendrá que compensármelo, me dejó muy caliente —respondió Celeste al corr
La imaginación de ambos comenzó a construir un escenario paralelo donde cada detalle cobraba vida.En esa escena imaginada, Celeste estaba envuelta en una suave luz, permaneciendo de pie frente a él, su piel tan resplandeciente bajo la tenue iluminación como un diamante en bruto.Con admiración en los ojos, Thomoe se acercó a ella con un susurro apenas audible, pronunciando «Tete». Su corazón latía con fuerza ante la presencia de la mujer que habitaba tanto en sus sueños como en sus pesadillas.Con un gesto delicado, Thomoe tomó el rostro de Celeste entre sus manos y la besó con una pasión ardiente e inimaginable. Aunque conscientes de que era solo una ilusión, ansiaban fundirse en un beso que pudiera alterar el pasado y reescribir el futuro. Sus labios buscaban ansiosamente el contacto, como un sediento en busca de agua en el desierto.Con suavidad, Thomoe la llevó hacia la cama y la recostó, admirando cada curva de su cuerpo desnudo. Con un suspiro de deleite, Thomoe separó las pier
Celeste, con el proyecto en sus manos, lo envió por correo electrónico después de una larga revisión. Había sido rechazado inicialmente cuando lo entregó al profesor en el autobús, así que se dedicó a corregirlo meticulosamente.—Listo profesor, este es mi proyecto terminado. Por favor, deme una buena calificación —escribió Celeste, adjuntando el proyecto al correo.Después de unos momentos de ansiosa espera, recibió una respuesta de Thomoe:—Tu proyecto es muy bueno, pero aún faltan algunos detalles por pulir. Te he añadido algunas anotaciones en rojo; corrígelas y veremos si tu calificación mejora. Por ahora, tienes un 7.«No puede ser. ¿Acaso no lo hice bien? Debería dejar de fantasear tanto con él y concentrarme en mejorar mis notas» pensó Celeste, sintiendo una mezcla de frustración y desilusión.Decidió abordar el problema y comenzó a redactar un nuevo mensaje:—No me parece justo un 7. A propósito, usted disfrutó de una ll
—Celeste, quiero que cuando llegues a mi casa firmes un acuerdo de confidencialidad —pronunció Thomoe, con una mirada seria y penetrante.—¿Confidencialidad? —le cuestionó Celeste, mostrando un ligero gesto de confusión en su rostro.—Soy tu profesor, ¿lo recuerdas? Si se enteran de que me acuesto con mi alumna, me irá mal. Así que no quiero que tu boca bonita se abra para divulgarlo. Solo digamos que es por mi seguridad —confesó Thomoe con una expresión preocupada en su semblante.—Yo sé guardar un secreto, jamás diría lo que pase entre usted y yo hagamos en la intimidad. «Nada me gustaría más que creer en ti» pensó Thomoe, observando atentamente los ojos de Celeste en busca de sinceridad.—Y yo sé compensar muy bien a las niñas lindas como tú —añadió Thomoe, esbozando una sonrisa sutil que reflejaba cierta malicia.Thomoe acarició con suavidad la mejilla de Celeste, provocando que ella sintiera un ligero escalofrío.
Thomoe se apartó de ella, sus ojos oscuros brillaban con intensidad mientras comenzaba a aflojar su corbata, pero con la elegancia propia de un hombre acostumbrado al control.Celeste se quedó paralizada, sintiendo el peso de su mirada sobre ella. Su mente se llenó de confusión y nerviosismo, sin encontrar la respuesta adecuada a la situación.—¿Por qué aún estás vestida? —inquirió Thomoe con voz ronca, mientras rodeaba la cintura de Celeste con firmeza antes de llevar sus labios a los de ella en un beso ardiente y dominante.La atrajo hacia sí con una fuerza irresistible, sus manos explorando cada contorno de su cuerpo mientras sus labios se movían con ferocidad, como si quisiera devorarla por completo. Cada beso era una promesa de pasión desenfrenada, como si el tiempo se detuviera a su alrededor.—Tete, mi Tete —susurró Thomoe con voz ronca y ojos llenos de deseo, sintiéndose completamente cautivado por Celeste en ese momento íntimo.