93. El inicio del fin
Bella
Dos horas, y daría el sí a Sandro Vitale.
Dos horas para convertirme en su esposa. Pero sonreí, y lo hice con tanto descaro que incluso me asaltó una pequeña carcajada. El hijo de puta se sentía cerca del triunfo, y si, habría uno, pero no seria precisamente él quien gozase de aquel victoria.
Cerré los ojos un instante y suspiré antes de abrirlos.
Entonces me miré al espejo. Luego de largas y exhaustivas horas de preparación y maquillaje, allí estaba, atrapada en aquel vestido de varias capas y que me haría lucir frente a la prensa como la jodida y favorita princesa de roma.
No dicho por mí, culpen a los medios…
Apenas podía moverme enfundada en todo aquello. Pedrería de miles de euros adornándome la piel y un pendiente de zafiro colgado a mi semi recogido. A la altura del moño, un velo de organza que crecía dos metros y medio de largo.
Respirar me costó horrores, sin embargo, atrapada en mi propio reflejo, me permití pensar en los recuerdos vividos con Sebastian. Uno a uno, des