«Nadie está más allá de la corrupción y el poder. Roma nos pertenece, e iremos por más»
. . .
Cuatro semanas después…
Bella
Le vi en las sombras.
Venia por mí. Había sucumbido del infierno únicamente para alcanzarme y arrastrarme con él a las tinieblas. Al eterno y juntos por siempre.
Había regresado de las brasas del inframundo para cumplir su promesa, pero si quiera en su intento más obsesivo y desesperado iba a conseguirlo.
Lo había intentado durante las últimas tres semanas. Cada que cerraba los ojos allí estaba. Más vivo que nunca, más dispuesto a consumirme que antes.
Pero no era real, cada parte de mi lo sabía.
Apreté los ojos con fuerza y entonces los abrí de súbito.
Respiré. Me llevé las manos al pecho sintiendo como el alivio me invadía y una fina capa de sudor perlaba mi frente.
Esa maldita pesadilla no había conseguido desaparecer del todo. En ocasiones, simplemente merodeaba y se reía de mi facilidad. Algunas veces, no me llevaba a mi consigo, sino que acababa con las per