Mauro

«Soy un imperio. Soy el protector. Soy ese hilo que conecta lo malo con lo bueno… Soy Mauro Ferragni.»

. . .

La mafia y la policía de roma trabajaban de manos estrechadas bajo la mesa.

Éramos el equilibrio.

Esa delgada línea entre lo bueno y lo malo.

Lo criminal y lo moral.

Éramos cada uno de nosotros.

Éramos mafia.

Salté dentro del auto y sonreí satisfecho al tiempo que me vibraba el móvil en el bolsillo de la chaqueta.

—¿Qué harás ahora que te has convertido en el capo de la cúpula Ferragni? —preguntó Sebastian cuando descolgué la llamada.

Suspiré y miré a través de la ventanilla. Un avión aterrizaba en el aeropuerto de Ciampino.

—Cederle ese lugar a alguien que lo merece más que yo.

Si quiera hizo falta mencionarle, ambos sabíamos de sobra quien merecía esa corona.

Incluso imaginé su sonrisa.

—¿Cuándo piensas decírselo? —quiso saber

—Cuando estemos todos juntos — luego volví a mirar el aeropuerto y la gente que entraba y salía de el—. Te llamaré luego. Debo hacer algo.

—Esper