22. En peligro

Bella.

Eran las tres de la mañana cuando desperté junto a Bastián, su brazo me tenía rodeada y su respiración me acariciaba la nuca, estaba serena. No sé porque tuve la sensación de querer coger mi teléfono, pero de algún modo, presentí todas las llamadas perdidas de mi padre.

¡Carajo!

Lo había puesto en silencio cuando volábamos y había olvidado por completo devolverle el tono. Aunque, a decir verdad, ese percance me hubiese arruinado la noche maravillosa que había pasado junto a Bastián.

Luego de la playa volvimos al edificio. No me sorprendía que Bastián tuviese buenos contactos, pero que fuese dueño de la mitad de aquel rascacielos, sí que no me lo esperaba. Tomamos champagne en el balcón bajo un cielo estrellado y no supe en qué momento nos quedamos dormidos sobre

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