Sentí un alón en mi pelo como si intentaran arrancarlo de un solo tirón pero mis ojos estaban aún muy pesados para ser abiertos y a mi alrededor las voces solo eran un murmullo lejano del que no distinguía prácticamente nada solo una que otra carcajada.
Lo que realmente me obligo a despertar fue aquella agua que impactó sobre mi rosto obligando a mis ojos a abrirse acostumbrarse nuevamente a la luz.
—Princesita, pensamos que te habías ido y créeme la orden es no dejarte morir—el rostro de Dack, el que dirigía a los guardias llegó a mi alzando mi cabeza por mi cabello para que pudiera mirarlo
—Además nos debes un encuentro—susurro con picardía otro de ellos estallando finalmente en una estruendosa carcajada que contagió al resto y provoco que Dack me soltara el cabello.
Mire rápidamente a mi alrededor notando que ya no estábamos en el rio y de hecho ya no estábamos en el bosque. El sol parecía estar descendiendo para dejar pasar a la luna y a con ella la llegada de la noche. Habían mon