Lana
Después de comer, salí. Vi a Fabiano lavando uno de los coches y me acerqué.
— ¡Buenos días!
— Buenos días, Lana.
— ¿Vas a la ciudad?
— Sí, tengo que traer algunas cosas para Ofelia.
— ¿Puedo ir contigo? Prometo que no estorbaré y hasta puedo ayudarte a escoger las cosas. Por favor, es que aquí me siento atrapada.
Era arriesgado pedirle que me llevara, pero como Leon y Alberto estaban tan entretenidos y pasarían horas dentro de la oficina, podemos ir muy rápido para volver a casa. Además, Leon no tiene motivos para molestarte por eso.
— ¡Está bien, vamos entonces!
Él terminó de lavar el auto, yo entré y fuimos para la ciudad. ¡Dios, como yo estaba necesitando salir de aquella casa y ver gente!
— Me imagino lo difícil que debe ser para ti tener que lidiar con un monstruo como Leon. ¡Hasta trataste de huir de él!
— Leon es un hombre infeliz, pero no es malo.
Unos minutos de camino viendo ese hermoso paisaje y llegamos a un supermercado justo a la entrada de la ciudad. Cogimos todo l