Sasha
Todo estaba sumido en una oscuridad espesa, un vacío absoluto donde el tiempo parecía suspendido. No había arriba ni abajo, ni izquierda ni derecha. Una sensación de caída infinita me invadió, como si me hundiera en un abismo sin fin, pero sin poder gritar ni resistir. Era como estar ahogada en un mar sin olas, un océano de angustia donde cada respiración se convertía en un esfuerzo insuperable.
Pero también había esa extraña sensación... la de ser observada. No era una simple impresión. Era real. Estaba rodeada de cientos de presencias invisibles, sombras en movimiento que parecían alimentarse de mi miedo. Se acercaban, se retorcían, y en cada movimiento había una promesa de destrucción.
¡Sasha! gritó una voz, rota por la distancia y la profundidad.
Era Adrian. Intenté llamarlo, pero ningún sonido salía de mi garganta. Había una barrera, una fuerza invisible que nos separaba. Podía sentirlo cerca, pero parecía tan lejano, como si el mundo mismo nos impidiera reunirnos. Las somb