Início / Fantasía / La sombra del pacto / Capítulo 44 – El Peso de la Sangre
Capítulo 44 – El Peso de la Sangre

Sasha

La tierra tiembla bajo nuestros pies mientras la batalla arde a nuestro alrededor, un torbellino de violencia, furia y sangre. El ruido de los cuerpos golpeando el suelo, los aullidos de las criaturas heridas, todo se mezcla en una sinfonía macabra que parece no tener fin. Pero en medio del caos, un solo pensamiento se impone en mi mente, tan nítido como la hoja de un cuchillo: debemos ganar. No importa los sacrificios, no importa lo que cueste. Debemos ganar, porque todo lo que hemos construido podría desmoronarse en un instante si fracasamos.

Adrian está a mi lado, inflexible, una bestia enfurecida en su combate. Sus ojos oscuros, llenos de una determinación feroz, están fijos en sus enemigos, y puedo ver la rabia que lo habita. Lucha con una precisión casi sobrenatural, un movimiento fluido, rápido, casi hipnótico. Pero no es lo único que me doy cuenta. También está el miedo, oculto en el fondo de sus pupilas. No el miedo a morir, sino el miedo a perder. A perder todo lo que ama. A perderme.

Hago lo posible por seguirlo, por apoyarlo en cada movimiento, pero sé que no puedo estar en todas partes. Mis garras cortan el aire, mis colmillos se clavan en la carne de los vampiros que se levantan frente a mí. Su olor metálico, el de la sangre, llena mis fosas nasales, y cada instante que paso destruyéndolos me deja un sabor amargo en la boca. Porque no es solo una lucha física, es una lucha por nuestro futuro, una guerra contra la opresión, contra la misma idea de que puedan vernos como criaturas inferiores.

Pero no es todo. Mientras golpeo, mientras lucho, siento una presión, una fuerza que me escapa. Los vampiros son numerosos, muchos más de lo que habíamos imaginado. Cada vez que derribo a uno de ellos, otro toma su lugar, como si esta batalla fuera un pozo sin fondo. Siguen fluyendo, implacables. Y entre ellos, reconozco rostros familiares, aliados de antaño, miembros de mi propio clan, aquellos que me han traicionado. El veneno de la traición es aún más amargo cuando es servido por aquellos a quienes considerábamos hermanos y hermanas.

Siento mi cuerpo fatigarse, cada movimiento exige más esfuerzo que el anterior. Mis músculos arden, mis articulaciones protestan, pero no puedo detenerme. No ahora. No antes de que esta guerra termine. Pero mientras un vampiro me ataca por detrás, me siento atrapada. No vi venir su golpe. Un destello de dolor atraviesa mi espalda, y grito, un dolor agudo que me paraliza. Me hirió con un puñal, un puñal de plata. El veneno comienza a difundirse en mis venas, rápido, implacable. Lo veo, esa sonrisa cruel en los labios de quien me atacó.

Caigo de rodillas, el dolor me paraliza, pero me niego a colapsar por completo. Aprieto los dientes, forzándome a levantarme. No hay cuestión de flaquear ahora. Pero siento que la fuerza me abandona poco a poco, y todo a mi alrededor comienza a volverse borroso, como si la niebla me invadiera. Todo lo que veo es la silueta de Adrian que avanza hacia mí a toda velocidad, su rostro marcado por la preocupación, la ira.

— ¡Sasha! —grita, pero su voz está distorsionada, como si viniera de lejos. Se apresura hacia mí, sosteniéndome mientras tambaleo, mi cuerpo temblando por el efecto del veneno.

Lo miro, mis ojos llenos de un miedo que no me atrevo a expresar en voz alta. El miedo a morir antes de haber tenido lo que deseo. Antes de haber vivido la vida que he imaginado con él. Este miedo es más fuerte que el dolor, más fuerte que todo lo que siento en este momento. Y sin embargo, él está aquí, está aquí para mí. Me sostiene, sus brazos poderosos alrededor de mí, dándome la fuerza para resistir.

Pero no está solo. Dante se lanza a la pelea, cortando a izquierda y derecha con una precisión casi sobrenatural, su espada golpeando a cada vampiro que se encuentra en su camino. Logra alcanzar al asaltante que me apuñaló, arrebatiéndole el puñal de las manos y matándolo de un solo golpe. Pero su mirada, cuando se vuelve hacia mí, está llena de una preocupación palpable. Él sabe. Sabe que el veneno ya está en mis venas.

— Hay que curarla —dice con urgencia.

Adrian mira a Dante, sus ojos llenos de rabia y desesperación.

— ¿Crees que todavía hay tiempo? Esta guerra… no ha terminado, Dante. ¡Hay que detener esta locura ahora!

Dante aprieta los dientes, pero asiente con la cabeza. Siento la tensión entre ellos, esa rivalidad silenciosa que no deja de crecer. Pero no es el momento de detenerse en eso. Debo sobrevivir. Todos debemos sobrevivir, y esta batalla no puede ser la última.

Mientras Adrian me sostiene, su cuerpo cerca del mío, siento un calor expandirse lentamente en mí, un calor extraño, una nueva fuerza que parece provenir de adentro, como una chispa que renace. Es la energía del vínculo que compartimos. Es él, él es mi fuerza. Me concentro en él, en su mirada, en el abrazo de sus brazos alrededor de mí, y poco a poco, siento que el dolor se disipa, la niebla se levanta. Aprieto su mano en la mía, una señal silenciosa de mi voluntad de sobrevivir. No hemos ganado todavía, pero lucharemos hasta el final. Por nosotros. Por todo lo que amamos. Y nada ni nadie podrá detenernos.

Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App