Adrien
Han enviado hombres para recordarme cuál es mi lugar.
— ¿Qué fue eso? pregunta Sasha mientras se limpia la sangre de su brazo.
— Una advertencia.
Ella frunce el ceño.
— Intentaron matarnos.
— No. Quisieron retenernos, no eliminarnos.
Su mirada se oscurece.
— ¿Por qué?
La fijo.
— Porque nosotros dos estamos comenzando a ser un problema.
Ella no dice nada, pero sus ojos brillan con una luz que no consigo descifrar. Ella entiende.
Escucho pasos. Lentos. Controlados.
Dante.
Entra en la fábrica sin prisa, su largo abrigo negro ondeando ligeramente detrás de él. Echa un vistazo a los cadáveres antes de detenerse frente a nosotros, levantando una ceja.
— Veo que se están divirtiendo, suelta.
Sasha cruza los brazos.
— Hemos sido traicionados.
Dante se vuelve hacia mí.
— No es sorprendente. Les das demasiadas razones para dudar.
Aprieto la mandíbula.
— No es tu problema.
Él ríe levemente.
— ¿Estás bromeando? Todo lo que concierne a Sasha me concierne.
Siento que la tensión aumenta.
— No