Sasha
Me suelta, pero su mirada permanece fija en mi boca. Me obligo a retroceder, a romper ese hilo invisible que parece atarme a él en este momento.
No confío en Adrian Vassili. No confío en Dante Moretti tampoco.
Y sin embargo, ambos me atraen, llevándome a un juego al que nunca consintió jugar.
Me doy la vuelta bruscamente y salgo de la habitación. El pasillo está débilmente iluminado, las sombras se extienden sobre las paredes. Mi pulso sigue irregular, y el sabor del beso de Dante persiste en mis labios como un error que no puedo borrar.
Tan pronto como llego a mi habitación, cierro la puerta de un portazo y me apoyo en ella, exhalando lentamente.
Todo esto se está volviendo peligroso.
No solo por la guerra que se prepara entre lobos y vampiros. No solo por los lazos mafiosos que nos atrapan como cadenas.
Sino por ellos.
Por la forma en que me miran. Por la manera en que me tocan. Por lo que me hacen sentir.
Y lo odio.
Me aparto de la puerta y avanzo hacia la ventana. La noche e