Sasha
Me doy la vuelta justo a tiempo para ver una hoja lanzarse hacia mí. Mi instinto toma el control. Esquivo de un salto y bloqueo el ataque con mi propia arma. El vampiro frente a mí, un coloso con la piel de un gris mortuorio, me observa con una sonrisa carnívora.
— La pequeña loba enojada... Vales más que esta pandilla de perros vagabundos.
No respondo. Me limito a atacar. Nuestras hojas chocan en un estruendo de acero, cada movimiento dictado por una rabia fría y una determinación inquebrantable.
Detrás de mí, Dante lucha como un demonio, sus golpes son de una brutalidad aterradora. Adrian, por su parte, es una sombra mortal, sus movimientos precisos y calculados.
¿Y yo?
Soy su equilibrio.
Mi oponente intenta un golpe traicionero, pero lo adivino de antemano. Me giro sobre mí misma y clavo mi hoja en su pecho antes de hundir mis garras en su cuello. Se derrumba sin un ruido.
Luego, de repente, un grito atraviesa la noche.
Un grito de dolor.
Me doy vuelta violentamente.
Adrian e