Sasha
El aire está pesado esa mañana, como si el calor del verano se hubiera instalado demasiado pronto, absorbiendo cualquier rastro de frescura. La casa está tranquila, casi demasiado tranquila. Adrian ha desaparecido en sus pensamientos, como a menudo últimamente, y hay algo en su actitud que me preocupa. No me lo dice, pero sé que lleva una carga mucho más pesada de lo que quiere admitir.
Estoy sentada en la gran sala, los pies descalzos contra el suelo frío. La ventana está abierta, pero la brisa solo juega con las cortinas sin aportar consuelo. Miro los árboles afuera, las hojas agitadas por el viento, pero ninguno de los ruidos habituales me alcanza. La ciudad parece congelada en un extraño silencio, una especie de espera que me hace estremecer.
De repente me levanto, incapaz de quedarme en un lugar. La tensión que se ha acumulado a lo largo de los días me aprieta el pecho. Camino rápidamente, los pensamientos agolpándose en mi cabeza. Hay secretos, misterios no resueltos que b