Sasha
El aire es denso, opresivo, cada respiración parece más difícil que la anterior. El silencio que sigue al destello de luz es pesado, como un manto de plomo sobre nuestros hombros. La habitación está oscura, iluminada solo por destellos de luz que atraviesan las grietas del techo. Estoy sola, o al menos, creo estarlo. La niebla negra, testigo del ataque del hombre que ahora está en ruinas, se disipa lentamente, pero la atmósfera no se aclara por ello. Cada centímetro de esta habitación parece haber sido marcado por el miedo, la agonía, las huellas del enfrentamiento. Y, sin embargo, es en este caos donde debe jugarse la última prueba.
Cierro los ojos un instante, sintiendo la magia en el aire, la de los lobos, la de los vampiros. Recuerdos de otras vidas, de otras guerras, me invaden. Los susurros de mis ancestros llegan a mí, el llamado de la sangre, el calor de la luna. No es solo una lucha física, es una lucha de voluntad, de poderes ancestrales, de todo lo que hemos buscado p