Sasha
Estoy aquí, de pie en medio de la batalla, las manos temblorosas de fatiga y sangre, observando los últimos vestigios de lo que alguna vez fue un campo de guerra. A mi alrededor, el silencio es pesado, opresivo. Los últimos ecos de los gritos, de los chirridos de las armaduras y de las garras se desvanecen en un silencio siniestro. El suelo está cubierto de cuerpos, tanto de lobos como de vampiros, algunos aún enteros, otros destrozados, como marionetas sin hilos. El viento sopla lentamente, dispersando el polvo y el aroma metálico de la sangre en el aire frío de la noche.
Miro mis manos, aún cubiertas de rojo. Es extraño, esta sensación de vacío que me invade. Debería sentirme aliviada, en paz, pero no es así. No. Por el contrario, hay una pesadez en mi corazón, un peso que no logro identificar, una emoción que no había anticipado. La guerra ha terminado, pero el precio es mucho mayor de lo que había imaginado.
Se acabó. La voz de Adrian me saca de mis pensamientos. Giro la cab