Daniel ya había despertado, aunque aún se veía un poco débil. Al venir a la habitación a verme, me abrazó con fuerza.
—Camila, lo siento, no debí dejarte acompañarme. ¿Qué dijo el médico? ¿Tienes alergia o qué? ¿Estás bien?
Natalia y yo coincidimos en que todo fue por la medicación que me dieron.
—Estoy bien —Le di unas palmaditas suaves en la espalda a Daniel.
Lo miré detenidamente y me aseguré de que solo estaba un poco débil, así que finalmente pude relajarme.
—Camila, ¿de verdad estás bien? ¿Por qué siento que has bajado de peso? Escuché que estuviste cuidándome y al final te desmayaste. ¿Te dio otra vez baja de azúcar?
—Esto es lo que me dio la enfermera; dijo que es bueno para la hipoglucemia. Deberías llevar siempre caramelos contigo, haré un chequeo —Sacó unos dulces de su bolsillo y los dejó junto a mi almohada.
No pude resistirme a su insistencia y solo asentí con resignación. Sin embargo, el acto de sostener los caramelos me resultaba un poco amargo.
Estuvimos acurrucados un