Capítulo 3.

Limpia el piso y no mires a nadie… Es lo que repetía una y otra vez en mi cabeza con la mirada baja, sin querer intimar con el resto de mis compañeros de trabajo.

Aun no puedo creer lo que pasó la noche anterior, en resumen vi a un humano convertirse en un lobo, lo cual es obviamente imposible. Intenté pensar en mil excusas para explicar lo que vi, tal vez me quede dormida y jamás llegue al trabajo, me golpee la cabeza y ahora veo cosas, estoy loca y estoy alucinando… Cualquier cosa es más creíble que pensar que mi jefe puede convertirse en un gran lobo gris que dijo un montón de cosas incoherentes.

Cuando regrese a casa totalmente agitada, aun en shock por lo que pasó, intenté contarle todo a mi madre, aunque no pude decírselo por completo… No puedo pronunciar las palabras: “Mi jefe es un lobo” sin sentir que  me desmayaría de nuevo. Aun así creo que mi madre entendió lo suficiente, y creyendo que no había pasado algo demasiado grave, ella solo pudo recomendarme una cosa: hacerme la tonta y fingir que no había pasado nada.

Mi madre no tenía mucha experiencia en esto, es decir, ella trabajó toda su vida en una pastelería, y no sabía que buen consejo darme para hacerme sentir mejor o para solucionar mi situación en este empleo. Sin embargo si me dio un consejo sobre hombres ricos: mientras menos los avergüences es mejor.

Y si suponemos que algunas de mis memorias son reales sobre lo que pasó anoche, no creo que sea buena idea ir por ahí comentando las cosas que me dijo mi jefe ebrio y como me arrinconó contra su escritorio, lo del lobo es algo impensable, pero si quiero mantener mi empleo lo mejor es ignorarlo todo y tratar de olvidar para no meterme en más problemas hasta que termine mi contrato.

Así que intentando seguir ese plan lo mejor que podía, continúo con mis labores y finjo que nada malo ha pasado, limpiando y algo apartada de los demás para estar calmada. Mi horario de trabajo para hoy es en la mañana, así que bostezando un poco por haber tenido que despertarme tan temprano después de una noche tan agitada, continúo aspirando la alfombra costosa del vestíbulo, mi último trabajo en este piso para subir al siguiente.

Casi terminando escucho como una de las puertas de los ascensores se abre, y como unos pasos apresurados vienen en mi dirección. No lo noto como algo malo a un inicio, estoy en el medio del vestíbulo trabajando, cualquier persona puede pasar junto a mí para salir de la empresa, pero cuando esa persona extraña se para detrás de mí y toca mi hombro con suavidad llamando mi atención, tengo un escalofrió de pánico que me hace girarme asustada.

—¿Roseanne Dunne? —pregunta un hombre extraño detrás de mí.

—Sí, soy yo —digo intentando sonar tranquila, a pesar de no estarlo en lo absoluto.

—¿Podrías acompañarme un momento? Tengo una situación que discutir contigo.

Por un instante pienso en negarme poniendo de excusa que aún no había terminado mi turno, pero viendo todo el respeto que los demás empleados a nuestro alrededor le tienen a ese tipo, entiendo que es alguien importante, y no tengo más opción que aceptar.

—Claro, está bien —digo con mi usual tono tranquilo, recogiendo las cosas de mi carro de limpieza dispuesto a llevarlo conmigo.

—Eso no es necesario, puedes dejarlo aquí —dijo el hombre con una sonrisa amable.

Por un segundo dudo en hacerlo, pero viendo como el desconocido se gira de forma elegante en dirección a los elevadores, supongo que tengo que seguirlo.

Respiro profundamente mientras camino detrás de él, tranquila Roseanne, solo quieren hablar contigo un segundo, ya conoces el plan: Hazte la tonta, finge no saber nada, mantén tu empleo, mantén tu maldito empleo a toda costa.

En un absoluto silencio ambos entramos a uno de los elevadores, el cual nos lleva a uno de los pisos más altos del edificio.

—Soy Alan Baker por cierto… —se presenta él de pronto.

Él es un hombre muy elegante, con un traje obscuro que seguro debía valer el precio de toda mi casa, bien arreglado y perfumado, y con un peinado elegante que te gritaba: Soy importante. Me doy cuenta que el señor Baker debe ser el tipo de persona con la que debo bajar la cabeza y portarme tonta.

—… Soy el asistente personal de señor Casady, el dueño de la empresa y jefe las industrias Casady —me explica él con calma, como si yo no supiera mejor que cualquiera quien es el dichoso señor “Casady”.

Al escuchar quien es no puedo evitar ponerme pálida, sintiéndome asustada porque mi mayor miedo se hizo realidad, estoy yendo a ver al jefe, ¿Es por lo de anoche? ¿Me estarán preparando algún tipo de interrogatorio? ¿Algún tipo de castigo?

Estoy tan asustada que quisiera morir, desaparecer antes de enfrentarme al “lobo” de nuevo…

Sin embargo debo seguirme moviendo, y tratando de mantenerme calmada a pesar del paico, llegamos al último piso de la torre,  donde yo sigo al señor Baker por los pasillos arrastrando los pies por la alfombra hasta las grandes puertas de madera que nos llevaban a esa oficina, que reconozco por la noche anterior.

Acercándose a la puerta de la oficina del señor Casady, Alan Baker abre amablemente la puerta para mí, sonriéndome y dejándome pasar primero. Con el corazón nuevamente acelerado y el nerviosismo a flor de piel, bajo la mirada, entrando en esa oficina donde la noche anterior había tenido el encuentro más raro de toda mi vida.

—Buenos días señor Casady —dice el señor Baker, entrando detrás de mí y saludando al jefe con completa naturalidad.

No tengo ni que levantar la mirada para saber que él está aquí, su presencia es tan pesada como la de un fantasma en una película del terror. Aun así yo intento seguir el plan, con la mirada baja y moviendo mis manos de forma temblorosa, preparándome para un regaño o peor… Mi inminente despido.

—Como usted me pidió traje aquí a la señorita Dunne —Alan me presenta, parándose junto a mí.

Hay una pausa silenciosa de un par de segundos, en los que siento los ojos de los dos hombres en la oficina sobre mí, preparándome para lo peor.

—Muéstrale su nuevo escritorio y explícale las reglas, pronto la visitará una de las empleadas de recursos humanos para su nuevo contrato, que se quite ese mono de trabajo, mañana ya podrá venir con el uniforme —súbitamente dice el señor Casady, sonando mucho más sereno que la noche anterior.

—Entendido señor, vamos Roseanne, te enseñare tu nuevo lugar de trabajo —me pide el señor Baker con amabilidad.

Confundida yo finalmente levanto la cabeza, sin poder comprender ni una sola cosa de lo que acaba de pasar, ¿Escritorio? ¿Nuevo lugar de trabajo?

—Eh… Disculpe, ¿Qué es esto? —pregunto muy confundida.

—¿No recibiste el correo de la compañía? Felicidades Roseanne, fuiste promovida al puesto de secretaria en este piso, es un gran asenso.

—¿Asenso? ¿Pero por qué? —pregunto cada vez más desconcertada.

—¿Eso importa? —nos interrumpe la voz fría pero calmada del señor Casady, haciendo que mi cuerpo se estremezca— Felicidades por su nuevo empleo, señorita Dunne, será un placer trabajar junto a usted.

Comprendo que no es el lugar para hacer preguntas, así que decido seguir al señor Baker fuera de la oficina, dándole una última mirada al señor Casady que sigue en su escritorio, luciendo tan misterioso como la otra noche.

¿Ahora voy a trabajar con el hombre que más me asusta en el mundo?

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