Capítulo 4.

Sentada en un escritorio fuera de la oficina del jefe, aun me siento en shock, sin poder creer lo que está pasando.

Cualquier otra persona en mi posición probablemente estaría llorando de la felicidad por haber recibido esta oportunidad, pero yo no podía sentirme más que confundida, cada vez más convencida de que estoy soñando o en algún tipo de realidad alternativa, porque estas cosas no me pasan a mí, yo siempre tengo mala suerte, ¿Qué rayos es esto?

Según lo que el señor Baker me explicó, mi nuevo trabajo es simple, solo tengo que recibir a las personas que vengan a ver al señor Casady, pasarle sus llamadas a mi jefe, y hacer algunos mandados como buscar documentos en otros pisos o llevarle café. No parecía algo muy complicado, pero sonaba como una tarea que debía hacer el señor Baker, que era su asistente personal, no entiendo por qué necesitan otra secretaria en este piso cuando ya está él.

Además, ¿No se supone que la gente estudia para esto? Suena como algo simple, pero yo no estoy calificada, a penas termine la preparatoria, ¿Cómo demonios termine sentada fuera de la oficina de uno de los billonarios más ricos del mundo trabajando personalmente para él? Se suponía que yo debía limpiar su baño, no atender sus llamadas.

—Puede sonar algo confuso ahora, pero descuida, yo te ayudaré con todo —me dijo el señor Alan cuando terminó de explicarme todo.

—Sí, bueno… Yo creo que puedo habituarme, me esforzare en ello —respondí lo más confiada que pude—. Pero respecto al uniforme… Yo no tengo ropa elegante como faldas de tela o camisas blancas.

Y no estaba mintiendo, no creo haberme puesto un traje de sastre jamás en mi vida, no tengo dinero para esto. Hoy estoy usando una sudadera y unos pantalones de mezclilla gastados, esa es la ropa de trabajo que tengo.

—Descuida, pediré que te den un adelanto de tu sueldo para que puedas ampliar tu guardarropa, seguramente el señor Casady lo entenderá.

—Y hablando de mi sueldo… ¿Puedo saber cuánto voy a recibir? —pregunto tímidamente.

—Puedes verlo por ti misma, aquí tienes el contrato para tu nuevo puesto de trabajo, léelo con cuidado y dime si tienes alguna petición para un cambio.

Tomando un par de papeles de las manos de Alan, me quedo con la boca abierta, ya que el sueldo de este empleo es casi cinco veces más de lo que recibía como empleada de la limpieza en la compañía, ¡Esto es una fortuna!

Casi sin dudarlo firmo los papeles, no tengo ninguna petición o sugerencia, todo es malditamente bueno, casi increíble. Un contrato por un año, con un sueldo enorme, con seguro de salud completo, y la posibilidad de un nuevo contrato el próximo año si lo deseo. Creo que son las mejores condiciones que cualquiera podría pedir, en serio, esto es un maldito sueño.

Creo que ahora voy a volver a los lobos mis animales de la suerte…

—Muchas gracias señor Baker —digo tímidamente después de firmar el contrato, aun incrédula de que esto me esté pasando a mí.

—No me llames señor Baker, puedes decirme Alan, somos amigos después de todo. ¿Quieres que te traiga algo de beber?

—Yo… ¿No son esas mis funciones? Creí que debía ser la encargada del café.

—Solo con el señor Casady, yo soy tu subordinado porque eres mi Luna… Es decir, mi querida compañera de oficina, eso eres —dice él rápidamente, luciendo nervioso por primera vez en la mañana.

—¿Luna?

¿Dónde escuche eso antes? ¿Acaso fue anoche?

No estoy segura, pero me siento confundida, creí que solo era una secretaria, ¿Acaso ese es otro puesto dentro de la compañía?

Por un instante puedo ver la duda en el rostro de Alan, pero antes de que pueda responder mi pregunta, ambos escuchamos un sonido desde el teléfono en la oficina, la señal que nos indica que el señor Casady quiere algo.

—Vaya, es la hora del café matutino del señor Casady —dice Alan viendo su reloj de pulsera.

—De acuerdo, yo lo hago.

—¿Estas segura? ¿Quieres ayuda?

—Tranquilo, puede que no sepa mucho de contestar llamadas o usar una computadora, pero si se servir café.

Trabajé toda mi vida en una pastelería, es obvio que se usar una máquina de café. Ante la sonrisa aun nerviosa de Alan, me pongo de pie de mi escritorio y voy a una de las habitaciones cercanas, donde hay una pequeña cocina solo para este piso, que tiene una máquina de café muy moderna.

No sé qué clase de café le gusta al señor Casady, pero le preparo mi café favorito, un capuchino con mucha crema y esencia de caramelo. Quiero esforzarme en este trabajo, aun si es la tarea más simple como servir café, voy a dar todo de mi para hacerlo perfecto. Esta es una oportunidad única en la vida, y si puedo mantener este empleo hasta pagar todas las deudas de mi familia y asegurar la universidad de mis dos hermanos menores, entonces me romperé la espalda para hacerlo todo bien.

Poniendo la taza de café en una bandeja, con servilletas y un poco de pan tostado en un plato, salgo de la cocina algo temblorosa, caminando a la oficina de mi jefe, ante la atenta mirada de Alan, quien sigue nervioso por alguna razón.

Sosteniendo la bandeja con una mano con mucha habilidad, toco la puerta con suavidad, escuchando su voz al otro lado:

—Puedes pasar…

Trago un poco de saliva, mientras abro la puerta y entro en la oficina.

Antes estaba aterrorizada de mi jefe, me parecía un monstruo por más tonto que parezca. Pero ahora lo veo como un gran hombre, el tipo impresionante que siempre mencionan las noticias cuando hablan de él. Lo de la noche anterior seguramente fue un desliz, es un gran jefe, y estoy contenta de poder trabajar a su lado.

—Buenos días señor Casady, vine a traerle su café —digo abriendo la puerta y entrando en la oficina con una sonrisa.

El señor Casady está parado al lado de la ventana detrás de su escritorio, en una posición similar a la de anoche, cuando tuve que salvarle la vida… Así que por un momento me quedo estática, perdiéndome en mis memorias de la noche anterior.

Pero cuando me repongo, sigo avanzando en su dirección, dejando la bandeja sobre su escritorio y tratando de ser amable.

—No sabía qué tipo de café era su favorito, pero le traje el que más me gusta a mí, con un poco de pan tostado para acompañarlo —le explico con rapidez—. Puede pedirme el tipo de café que quiera, lo prepararé para usted con gusto.

Aun en silencio, él camina de regreso a su escritorio con lentitud, haciéndome sentir muy expectante, pues lo veo tomar la taza de café y beber un sorbo, ¿Le gustará este tipo de café?

—Muy dulce —dice él, con su voz gruesa y calmada—, podría acostumbrarme a tenerlo todos los días…

—Vaya, que alivio, temía que no le gustara —con una sonrisa, pensé que él estaba hablando del café, a pesar de que me estaba mirando fijamente—, entonces prepararé un capuchino con caramelo todos los días a esta hora para usted.

Nuevamente él no me responde, así que yo pienso que quiere estar solo, no espero que mi jefe esté interesado en ser mi amigo. Cuidadosamente dejo el plato con pan en su escritorio y tomo la bandeja, lista para irme.

—Quería hablar contigo sobre lo que pasó anoche. Lo que hice y lo que viste… —ahí estaba, la conversación que no quería tener, ¿Por qué el señor Casady insiste con eso ahora?

—Señor Casady, no es necesario —lo interrumpo sintiéndome incomoda—, no recuerdo bien lo que pasó la noche anterior, así que no debe sentirse avergonzado o pedirme disculpas, todo está bien.

No lo avergüences, finge demencia, ese será mi lema para mantener este trabajo.

—Yo debería ser quien le agradezca por esta gran oportunidad, no lo decepcionaré y me esforzaré mucho en ser una gran secretaria.

—No me llames así, dime Jonah —me pide mi jefe de pronto.

Esto me toma un poco por sorpresa, pero supongo que mi jefe solo es un poco peculiar, así que accedo a su petición.

—Jonah —repito con calma.

Él no dice nada, solo me mira fijamente mientras yo me giro y salgo de su oficina. Es solo ahora que me doy cuenta de que mi jefe es muy silencioso, solo me mira de forma fija, como si quisiera decirme algo…

Jonah es un poco aterrador… A veces.

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