Estoy cruzada de brazos, mirando por la ventana, mientras mi hermana María me mira con enojo. Y si, el alfa, le arranco la cabeza a Carmina delante de todos.
Sacudo la cabeza para despejar mi mente de esa imagen pero aún no se va.
—¿Cómo es posible que hayas escogido muerte para esa mujer? —pregunta, su voz llena de incredulidad.
—Con escoger exilio hubieras estado bien —dice Mi hermano Gael interviniendo, su voz calmada. —. No había necesidad de llegar a ese extremo.
Me vuelvo hacia ellos, mi mirada seria y apretando mis puños, porque no tienen idea de lo que sucede.
—No tuve más opciones —digo, mi voz firme—. Esa era lo que debía hacer.
María se enfurece aún más, sacudiendo su cabeza de lado a lado, además no deja de caminar de aquí para allá.
—¿Cómo que no tuviste más opciones? Claro que sí, él te dio dos opciones. Escogiste la peor.
Me preparo para explicar, sabiendo que no entenderán fácilmente.
—Ustedes no entienden —digo, mi voz baja—. Tuve una visión. Carmina regresaba para ar