CAPÍTULO 68
— ¿Sí ? —dice, con cara de vergüenza.
— Yo también te amo. —Y sé que lo hago.
— ¿De verdad ? —pregunta, desconcertado.
— Sí —susurro.
Sus besos son suaves, no tan bruscos como antes. Pone todo su cariño en el beso, y me descubro sonriendo contra sus labios. Me muerde suavemente, pidiéndome permiso, y abro ligeramente los labios. Introduce su lengua con cuidado en mi boca y recorre la superficie de mis dientes. Su lengua masajea la mía, y no puedo evitar gemir fuerte dentro de su boca. Él sonríe contra mis labios y yo paso las manos por su espalda, arriba y abajo. Sus manos acarician mis costados y se separa de mí con una sonrisa enorme.
— Hmmm, podría acostumbrarme a eso —dice, guiñándome un ojo, y yo suelto una risa, dándole un golpecito en el brazo.
— ¿Tienes hambre ?
Asiento con la cabeza.
— Bien, porque traje desayuno para los dos —dice, apartando la mirada. Sigo su mirada hacia la chimenea, donde ha colocado una manta gris suave. Sus manos se deslizan por debajo de mí