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CAPÍTULO 36**

Ocasionalmente, una lágrima se escapa de la esquina de su ojo, y yo me detengo un momento para consolarla. Ella aprieta sus manos contra mi camisa cada vez que cambia la imagen. Un par de veces, aparece una nueva imagen y ella se aparta temblando incontrolablemente. Mi pobre princesa. Honestamente, me sorprende que siga viva, que haya sido lo suficientemente fuerte para soportar todo esto. No creo que yo hubiera podido.

Finalmente llegamos a la última imagen, la que yo había estado esperando ver. Quería saber qué le había hecho a mi princesa. Solo entonces estaría en paz destrozándolo, sabiendo que estaría recibiendo lo que realmente merece.

—Última, princesa —susurro, besando su sien.

—Logan Fitzgerald. —Lex tiene una mirada vacía en su rostro, pero cuando aparece la imagen, ella da un brinco y empieza a temblar incontrolablemente. —¿Princesa ? ¿Lexi ? ¿Cariño ? ¿Qué pasa ? ¿Qué ocurre ? —digo tomando su rostro entre mis manos y obligándola a mirarme.

—Es él —susurra, las lágrimas inundando sus ojos—. ¡Oh Dios, Beck, es él ! —solloza, enterrando su cabeza entre sus manos. Yo levanto su barbilla.

—¿Quién, princesa ? —pregunto, buscando su mirada.

—Él es el que comenzó todo —dice, su voz quebrada—. Él les dijo a los demás qué hacer conmigo. Cada idea, cada tipo de abuso fue idea suya. Empezó diciéndoles qué hacer. Y luego les dijo que podían hacer lo que quisieran conmigo. Fue el peor de todos. —su voz se quiebra y las lágrimas fluyen libremente mientras su cuerpo tiembla con la fuerza de sus sollozos.

—Está bien, princesa, vamos a encargarnos de él. Ya no te va a tocar nunca más, ¿de acuerdo ? Estás a salvo ahora. —La empujo suavemente, y mis ojos se agrandan al ver lo que hace.

—No, no, no, no, Beck, no entiendes. Él va a matarme. Dijo que si alguna vez lo contaba… Oh Dios, ¿qué he hecho ? —gime.

—Tranquila, tranquila, no va a tocarte nunca más, ¿de acuerdo ? No voy a dejar que te haga daño. Estoy aquí para protegerte, princesa. —le susurro, acariciando su cabello.

—Va a saber que fui yo —llora. Mi corazón se hunde en mi estómago. Ella está tan aterrada. El terror arde en sus ojos plateados y hago lo único que puedo pensar : presiono mis labios contra los suyos y siento que se relaja. Me aparto, pero ella sigue temblando y sollozando. Su respiración es irregular, su corazón está a punto de salir de su pecho.

—Alexia, cariño, necesito que te calmes, ¿de acuerdo ? Oye, oye, vas a ponerte mal. Respira, princesa, eso es, ahí vas. —le murmuro, una vez que empieza a calmarse.

—Chicos, bajen. Ahora. —Will asiente y se levanta, sacando a los chicos de la habitación y cerrando la puerta detrás de él.

—Lo siento —susurra, mirando al suelo.

—Shh, princesa, no tienes nada de qué disculparte. No llores, cariño. —Ella asiente, aún mirando al suelo. —Alexia, mírame. —Ella niega con la cabeza. Me recuerda al primer día que la conocí. —Por favor, princesa. —Ella niega nuevamente con la cabeza. —¿Por qué ?

—No quiero que me veas llorar. No quiero ser débil —murmura.

—Oh Lexie, cariño, está bien, puedes llorar. No creo que seas débil. Creo que eres tan increíblemente fuerte. Te amo tanto —le digo, besando su sien—. Estoy tan orgulloso de ti, princesa. Siento mucho que hayas tenido que pasar por esto. Gracias por todo.

—Beck, ¿puedo pedirte un favor ? —dice, mirando mis ojos con tristeza.

—Lo que sea, princesa.

—No los mates, por favor.

Me tenso.

—¿Qué ? —pregunto en voz baja.

—No los mates, por favor, no lo hagas… No puedo… no puedo vivir conmigo misma sabiendo que es mi culpa.

—Lo siento, princesa, pero tengo que hacerlo —respondo.

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