4 Poblemas.

Leonzio

Camino por el pasillo de nuestra casa a la vez que hago tronar mi cuello, esta incertidumbre va a acabar conmigo, todo se está saliendo de control… una vez más.

Hubo un tiempo en que éramos los reyes, el centro de Italia fue nuestro territorio por tres generaciones, hasta que la sombra italiana quiso más… y lo obtuvo, llevábamos demasiado tiempo en guerra con el Clan Berlusconi, sin embargo, los podíamos mantener a raya, hasta que la sombra comenzó a atacarnos, tuvimos que dejar lo que era nuestro, correr para poder seguir viviendo, para crear un nevo reino. Creímos que Chicago era un buen lugar, solo un Clan se proclamaba dueño de la ciudad, cuando escuchamos que eran un par de hermanos y que uno de ellos era una mujer, creímos que podríamos con ellos… pero no fue el caso, en estos tres años solo hemos ganado menos de la mitad de la ciudad, el lado que a ellos no les interesa, lo peor es saber que son niños, lo mejor… a ver visto a Valentina Constantini, su rostro cargado de aburrimiento, como disimulaba esa sonrisa que pedía ser liberada, la forma en que nos analizó a cada uno, como si no valiéramos nada, y si, podemos estar locos, pero en un mundo como el nuestro, la debilidad, simpatía y amabilidad no sirven, ella es perfecta, su carácter, su falta de miedo, sus ovarios de querer enfrentarse a Rocco, estoy seguro que si Ezzio no la hubiera detenido, mi hermano hubiera necesitado una cirugía plástica. Pero incluso eso es un problema, el hecho de haberla visto, saber que existe y que de pronto, desaparezca.

— ¿Pudiste averiguar algo? — Lupo pregunta apenas ingreso en la sala, me ve como si fuera un puto mago que puede cumplir con cualquier pedido.

— ¿Acaso mi rostro se ve como si supiera donde rayos esta? — bufa y pasa sus manos por el rostro, yo en cambio me dejo caer en el sofá y jalo de mi cabello, por milésima vez en el día, estoy frustrado, la necesito, todos la necesitamos, pero ella solo parece que se esfumo del mundo, o por lo menos de Chicago.

— ¿Y si murió? — veo como Lupo le lanza un cenicero a Ezzio y aunque este lo atrapa en el aire antes de que rompa su cabeza, se lo agradezco con la mirada, porque si por mi fuera, lo mataría con mis propias manos.

— ¿Cómo se te ocurre pensar eso idiota? ¡¿Quién muere por un roce de bala?! — estoy perdiendo la calma y nada bueno saldrá de esto lo juro.

— ¡No es eso Leonzio! Ella me dijo que era su cuarta botella y no creo que compartiera sus penas con nadie, menos su alcohol, puede que …

— Si no te callas primo el único muerto serás tú.

Ezzio al fin cierra su bocaza, pero sus ideas estúpidas ya echaron raíces en mi mente, un mes, ha pasado un mes y no importa que vigilemos las empresas o el territorio Constantini, ella no aparece, un mes y nuestra reina no está.

Tanto Lupo como Ezzio corren a la ventana cuando escuchamos un automóvil derrapar fuera, pero por el sonido del motor sé que es el idiota de mi hermano Rocco, y confirmo mis pensamientos cuando ingresa a la casa, solo que mi calma se desvanece al ver su rostro, no sonríe, algo que no pasa muy seguido, este idiota nació riendo.

— Tenemos problemas, los Constantini nos atacan. — Los cuatro salimos dispuestos a defender nuestro territorio, lo lamento por nuestra reina, pero si su hermano vino buscando problemas, problemas encontrara.

— ¿Dónde está Salvatore y Ángelo? — Lupo ata su cabello mientras habla, le he dicho que debe, mantenerlo corto, esa pequeña distracción puede costarle la vida.

— En la fábrica abandonada, están con Iván. — mis diente chocan entre sí, se suponía que lo debían traer directo a casa, así sería más fácil limpiar todo después.

— ¿Cuantos del clan son? ¿quién los lidera y que quieren? — hago las preguntas que por ahora importan, ya arreglare cuentas después con esos dos.

— No lo se. — Rocco se remueve incomodo y acelera aún más.

— ¿Como que no lo sabes? — Ezzio puede ser joven, pero en lo que respecta al negocio, sabe comportarse.

— Me llamaron algunos de nuestros hombres, informando que un grupo armado llego y los redujo, solo eso, luego la llamada se cortó.

— Si matan a alguno de los nuestros en nuestro territorio ya no habrá marcha atrás. — lo informo solo para Rocco y Ezzio, no quiero que confundan nada, hasta que Valentina no sea nuestra, no habrá tregua, ni paz.

— ¿En qué vecindario están? — Lupo está enojado, el lobo saldrá a liberar estrés hoy, lo puedo jurar y no será el único.

— Donde la vimos la última vez. — mis manos se cierran en puño de solo recordar la última vez que la vimos.

— ¿Otra vez estará llorando por su novio muerto? — mi mano golpea la cabeza de Ezzio y este me ve mal.

— ¿Cual novio? idiota, los muertos son muerto, pierden la vida, pierden la novia, pierden todo.

— Me refiero a si la están buscando a ella Leonzio. — m****a, no lo había pensado, maldición, hoy esa calle no está ni vacía, ni limpia como la última vez, hoy era día de ventas.

— Rocco, estas seguro que ninguno de nuestros hombres se cruzó con ella ¿verdad? — Lupo traspasa con la mirada a Rocco, quien acelera aún más y su rostro que siempre es risueño, ahora está aún más serio que el mío.

— Por su bien, espero que no, o seré yo quien los mate si la tocaron. — Somos raros, somos únicos, somos los De Luca, somos los putos reyes de Chicago, somos una caja de sorpresa.

Pero al llegar me doy cuenta de que no somos los únicos con sorpresas, esto parece más una misión militar que una redada de un clan contrario. Las calles están repletas de camionetas negras, más de cien hombres con armas de largo calibre se mueven sin temor o preocupación alguna y como si fuera poco, no hay rastro de la policía, Rocco detiene el automóvil y descendemos a dos calles de donde vimos a Valentina la última vez, estamos justo a fuera de la fábrica abandonada, donde Donato Constantini y una Rubia vestida de Cannel están a punto de ingresar.

— ¡Hey Constantini! ¿Qué hacen en nuestro lado de la ciudad? — el castaño me dedica una mirada fría antes de continuar su camino, dejando a la rubia de ojos azules sola a su espalda.

— Te estoy hablando… — doy un paso en su dirección y la rubia saca un arma de no sé dónde, pero si se dónde está apuntando, a mi cabeza.

— Leonzio De Luca, 28 años, hermano de Rocco y Salvatore, hijo de Fiorella y Franco De Luca. — su voz es sueva, sus ojos carentes de vida, ¿Dónde he visto esa mirada?

— ¿Quién eres? — sonríe, y estoy a nada de …

— Ámbar Zabet, y relájate, solo estamos buscando a Valentina. — no soy el único que se tensa con la información recibida.

— Vamos Ámbar, aquí solo hay pandilleros. — el mellizo de nuestra reina sale más ofuscado de lo que ingreso y es entonces donde decido jugar.

— Alto Donato, creí que habíamos llegado a un pacto la última vez que nos vimos.

— ¿Qué pacto? — me ve con confusión, como si le costara concentrarse y es cuando la rubia le toma la mano.

— Creí que, al perdonarle la vida a tu hermana, estaba más que claro que no los atacaríamos y nos mantendríamos de este lado de la ciudad, pero ahora vienes y montando todo este espectáculo. — parece sorprendido, como si meditara algo, como si esperara la confirmación de alguien para confiar, y puedo jurar que ese es el trabajo de Valentina, pero ella no está.

— Bien, creo… que creeré en lo que dices. — mantengo mi rostro inexpresivo, la rubia busca algún deje de mentira en mis palabras, pero no lo encontrará, se engañar a las personas.

— Entonces, ¿Qué es lo que haces aquí? ¿Por qué tu gente está en mis calles mostrando sus armas si no es para atacar? — nuevamente queda en silencio, busca los ojos de la rubia y esta asiente con la cabeza.

— Estoy buscando a mi hermana, creí que estaría aquí, pero ya vi que no es así. — no sé cómo tomar eso, él no está diciendo que secuestraron a Valentina, es más como que la perdió, ¿Cómo pierdes a un adulto? A no ser que sea ella quien no quiera ser encontrada.

— Si es solo eso y si vas a mantener tu palabra de compartir Chicago, puedo darte mi palabra de que si la vemos te avisaremos.

— Gracias. — Donato me da un apretón de mano y sé que Rocco podría carcajearse por lo iluso que es Constantini, pero también sé que no lo hará y el motivo es que algo paso con Valentina. — Otra cosa, esta fábrica es de mi familia, y por más que este abandonada… solo … asegúrate que no entre nadie.

Veo como todos se largan y cruzo miradas con Lupo, luego de negar con la cabeza repetidas veces ingresamos a la fábrica, donde unos gritos nos reciben.

— ¡Lo juro por mis hijos! ¡no fui yo! pero si me das tiempo puedo averiguar quién es el soplón, ¡por favor, Salvatore! ¡lo juro! — veo como Ángelo le da un último golpe a Iván y este pierde el conocimiento.

— ¿Qué es lo que esta pasado allí afuera? — Ángelo ve a Ezzio y Lupo por respuestas, pero seré yo quien hable y se lo hago saber al colocarme en medio de ellos.

— Ustedes par de idiotas, ¿acaso no vieron a Donato ingresar? — ambos se ven confusos y solo me queda pasar mis manos por mi cabello una vez más, lo repito el estrés me matara.

— No los puedes culpar, solemos ser silenciosos. — su voz se esparce por el lugar, Ezzio la busca con la mirada, al igual que Ángelo, mientras Lupo y yo nos vemos por un segundo.

— No deberías estar aquí niña. — es Lupo quien la provoca, pero en lugar de escuchar un grito furioso por la forma de hablarle, solo podemos escuchar una risa, una risa angelical.

— Son ustedes los que no deben estar aquí, nadie tiene permitida la entrada a este lugar. — al fin la veo, estaba acostada en el pasillo del segundo piso, observo como pasa sus piernas por las aberturas del baranda que esta con demasiado oxido para mi gusto y su protección, deja sus larguísimas piernas colgando y nos ve por entre los barrotes.

— Baja ahora mismo y …

— Tu no me ordenas. — no son sus palabras las que me obligan a quedar en silencio, es el hecho de ver como se balancea el barandal y ella solo toma uno de los hierros casi desechos para ponerse en pie.

— M****a, ¡vas a caerte si no bajas de allí! — Ángelo está gritando, por Dios, ella realmente es la correcta, solo eso explicaría que Ángelo muestre una emoción o así sea se relacione con lo que sucede a su alrededor.

— No tienen tanta suerte como para ver mi muerte… hoy. — mi piel se eriza, ¿Qué quiere decir con eso?, la observo, como lo hacen los demás, esta vestida con un conjunto deportivo negro, con camiseta de tiras blancas, ¿Cómo lo sé? Fácil, uno de sus hombros está a la vista, su cabello no esta tan arreglado como la última vez que la vi, aun así, se ve bien, otra diferencia es que no tiene ni una gota de maquillaje, se ve… como alguien común, pero, aun así, hay algo en ella que te obliga a verla.

— Tina, Donato está buscándote. — Ezzio le informa al tiempo que camina hasta el final de la escalera, a donde una Valentina ojerosa, muy ojerosa está llegando.

— Lo se Chicco, yo a diferencia de ellos, si lo vi. — sus ojos viajan a Ángelo y Salvatore, pareciera que los está reprendiendo con la mirada, pero hay algo más importante que llama mi atención y es que tomo la mano de Ezzio, y no solo para terminar de bajar de la m*****a escalera, aun la sostiene mientras camina al centro de la habitación, donde nos encontramos todos. — Tienes una mano pesada Ángelo, de eso no hay duda. — dice mientras observa a Iván, que está atado en una silla, aun inconsciente. — Pero este hombre, no es a quien buscas.

— ¿Que rayos estás haciendo aquí, en nuestro lado de la ciudad y a esta hora? — Lupo está viendo lo mismo que yo, ella no trae sostén, el abrigo deportivo se abrió un poco más cuando se agacho para ver de cerca el rostro de Iván, y su pezón se ve sin ningún problema al ser tan fina la tela de la camiseta, matare a cualquier hombre que la haya visto.

— Lupo, me pregunto ¿Qué vio en ti tu madre para ponerte ese nombre? O es que en luna llena te trasformas en lobo. — lo está provocando, no lo puedo creer, ella está provocando a Lupo.

— Escucha niña, que mi paciencia tiene un límite…

— Y la mía también Lupo, se los acabo de decir, son ustedes los que no deben estar aquí, nadie debe entrar en esta fábrica. — repite casi con aburrimiento.

— ¿Qué m****a tiene este lugar de especial? — Rocco parece estar resentido por la forma en que Valentina nos ve ¿o será porque aún sostiene de la mano a Ezzio?

— Te lo explicare. — Valentina suelta la mano de Ezzio y camina pasando entre Lupo y yo, haciéndonos girar, no solo camina hasta Rocco, sino que se detiene a su lado, demasiado cerca, está tocando con la mitad de su delgado cuerpo el lateral de mi hermano.

— Ves ese lugar, donde estaba hace unos minutos. — le habla cerca del oído, al tiempo que levanta su mano y apunta el lugar donde ella estaba sentada.

— Si. — el idiota no puede evitar sonreír al responder y lo entiendo, yo también sonreiría si una de sus tetas se pegara a mi brazo.

— Es donde encontramos a nuestro abuelo muerto, colgaba justo allí. — la sonrisa de Rocco desaparece, y no solo sus ojos están en el rostro de Valentina, todos la estamos viendo, esperando a que alguna emoción la tome con la guardia baja, pero no sucede. — Ahora caballeros, si son tan amables de retirarse de mi fabrica.

— ¿Quién te lastimo? ¿Quién te hizo esas marcas?  — Salvatore, que es el que está más cerca de ella, además de Rocco, levanta su delgado brazo, donde tiene pequeños cardenales, son dedos, alguien apretó sus brazos.

— Digamos que no soy una presa fácil, hay un dicho que dice… si quieres morir, lánzate a un rio y veras como nadas para sobrevivir, a mí me paso eso, solo que fue mi familia quien me lanzo y no me quedo más que nadar. — se libera con delicadeza de la mano de Salvatore y continúa caminando hacia la salida.

— No puedes salir, tu hermano puede estar esperando por ti. — Ezzio camina hasta estar a su lado y ella se detiene, al tiempo que suspira.

— No pensaba salir Chicco, son ustedes los que se irán, ah, y hagan el favor de llevarse a ese hombre que dicho sea de paso no es un soplón. — dice apuntando con su barbilla a Iván.

— Yo creo que sí. — Ángelo la ve con superioridad y ella, bajo todo pronóstico esboza media sonrisa.

— Tienes buenos músculos Ángelo, pero poca… intuición. — y ahora le dedica una mirada que grita “cierra la boca y no me interrumpas cuando hablo” m****a, me calienta, esta mujer realmente me pone.

— Explícate. — interfiero, porque m****a, quiero que me vea, que me convierta en nada con esa mirada suya.

— Él dijo “por favor, Salvatore, lo juro por mis hijos”

— No sería el primero que jurara por su familia. — Valentina hace ese gesto de tocar su nariz para ocultar su sonrisa, ¿se está burlando de mí?

— Y dime Leonzio… ¿cuántos tienen el valor para pedirle piedad a Salvatore? — su respuesta me sorprende, pero más a mi hermano menor.

— ¿Lo ven? No me equivoco, esos pozos negros que tienes por ojos Salvatore, te puedo asegurar que nadie se atrevería a mentirte, ni a darte la información que necesitas para que los destruyas.

— No sabíamos que Iván tiene hijos. — mi hermano menor estar sorprendido, mientras yo… yo la veo con devoción.

Valentina.

¿En qué me estoy metiendo? no lo sé con exactitud, puedo jurar que todo eso que dijeron en la sala de juntas fue solo para molestarnos, nadie sería capaz de compartir una mujer, a no ser que sea una noche loca de sexo desenfrenado, pero, seamos honestos ¿Qué seis hombres pidan ser mis esposos? Eso solo pasa en películas e historias absurdas, por lo que no entiendo porque estoy tan nerviosa, ah, sí, debe ser por el hecho que estoy permitiendo que mis enemigos y asesinos de Eliot me ayuden, pero soy más que consiente que ya no tengo familia, no puedo regresar, solo causare problemas, di un paso en falso y estoy cayendo, lo peor es que estoy arrastrando a todos conmigo, mejor llevarme a ellos al infierno que a los míos.

— ¿En qué piensas? — estoy a punto de cerrar mis ojos para disfrutar mejor de la voz de Ezzio, pero no lo hago.

— Chicco, ¿nadie te enseño a tratar con una dama? — Ezzio sonríe y niega con la cabeza, aun me pregunto en qué momento termine en un automóvil con Ezzio de un lado, Rocco del otro y Lupo conduciendo.

— En ese caso te ayudare un poco, veras, hay ciertas normas establecidas, cosas que no se deben preguntar, como la edad, en que piensan, que hacen cuando no están contigo, como les gusta que las follen… — las carcajadas de Rocco por poco y me dejan sorda. — Reír de una forma tan estridente en lugares cerrados. — acoto al tiempo que me giro y veo mal a Rocco, quien no se inmuta en lo absoluto y vuelve a reír aún más fuerte.

— Disculpa que ría, pero lo que dices no tiene sentido. — dice el ojos grises y Lupo lo apoya con un sonido de garganta.

— Bien, te escucho. — me ve confundido y no puedo evitar que media sonrisa aparezca en mi rostro, se ve… tierno con ese rostro, como un pequeño con muchos músculos, pero poco cerebro. — Presenta tu defensa. — termino de explicar y ahora es Ezzio quien ríe, no tan estrepitosamente como lo hizo Rocco, es una risa más gutural.

— Primero no soy adivino para saber la edad de una mujer, ¿y si es menor y voy preso? Por favor, seria pésimo, no he caído por los negocios, no lo hare por una mujer, segundo, si no se lo que piensa, ¿cómo sabre si estoy obteniendo su atención? Y lo más importante, ¿sino pregunto cómo le gusta que la follen? No podre hacerla disfrutar para que quiera más. — mientras el idiota habla Lupo asiente con la cabeza, sin embargo, Ezzio niega.

— Si no eres capaz de arriesgar tu libertad por quien te gusta, no mereces que ella pierda tiempo contigo, no debe importarte lo que piensa, solo debes asegurarte de que piense en ti, lo demás no importa, mientras tu ocupes su mente al completo o casi, y cuando sea así, ella te lo dirá, y ¿en verdad Rocco? ¿Quién pregunta o responde como le gusta ser follado? Allí solo se usa prueba y error, es la parte más divertida, encontrar ese punto donde ambos deseen más, aunque sus cuerpos ya no lo resistan. — cuando termino de dar mi punto de vista tengo no solo la atención de Rocco, Ezzio tiene la vista fija en mí y Lupo… me ve por el espejo retrovisor, sus ojos brillan, como si realmente fuera un lobo, uno hambriento y yo su próximo bocado. ¿En dónde me estoy metiendo? En un problema de eso estoy segura.

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