Henry había bajado a la cocina a preparar el desayuno para su esposa, era otro día más de felicidad. Había preparado jugo de naranja, yogurt con frutas, unas tostadas de aguacate, huevos fritos y sándwich de queso y tomate, acompañado de una manzana. Solo llevaba puesto unos pantalones, un sin mangas y unas chancletas, no recordaba haberse sentido tan en paz, despreocupado y feliz con su vida, estar con Emma había cambiado mucho en él.
Entró en la habitación con la bandeja del desayuno y se acercó a la cama donde su hermosa esposa seguía cabeceando. Depositó con cuidado el recipiente sobre la cama y se inclinó para despertar a besos a su esposa.
―Preciosa, es hora de alimentar a nuestro hijo.
Emma abrió los ojos y dibujó una sonrisa.
―¿Alimentar a nuestro hijo? Y ¿qué pasa conmigo?
―Ya me tienes a mí. ―dijo besando sus labios mientras pasaba su mano por su cuello.
―¿Entonces yo me alimento de ti?
―Exacto.
―Me encanta alimentarme de ti.
―Me alegra que lo entiendas.
Siguió pegándose a e