CAPÍTULO 115

La cama estaba manchada de sangre, el teléfono de Anya estaba en el suelo y la alcoba apestaba a nicotina.

Katherina cogió el teléfono de Anya, deslizó su dedo sobre la pantalla trazando el patrón que lo desbloqueaba: un cuadrado; un simple y descomplicado cuadrado. Podría decirse que el patrón de desbloqueo de su celular era lo único descomplicado con Anya. Al desbloquearse, lo primero que apareció en pantalla fue una foto que Katherina reconoció de inmediato. Eran ella y Mía en la cita que habían tenido ese mismo día.

Mía había insistido en que debían tomarse una selfie, había arrancado el teléfono de las manos a Katherina y había tomado la foto en la que ambas estaban acarameladas, mejilla con mejilla, no le devolvió el móvil hasta pasados unos minutos con la excusa de que se estaba enviando la foto a sí misma para tener un recuerdo del momento. En realidad, se la había enviado a Anya con un pequeño texto: Ella está conmigo y estará conmigo cada vez que yo quiera.

Mía pensaba que e
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