Alaric
Mi mate era asombrosa, fuerte y valiente, pero ahora yo no podía dejar de ver con asombro el fuego en sus ojos. Por tenerme de esta manera, podía sentir su deseo y la forma en que me veía. Las pequeñas gotas que se movían por mi pecho y mi cuello parecían ser las puntas de sus dedos. Ella me tenía su alcance tal cual deseaba y juro que nunca perdonaré a los desgraciados que ahora nos interrumpían.
—Los destruiremos, cuenta con eso— susurro Roy, ahora deseoso de sangre.
— Mi cielo tenemos que irnos.
—¿Irnos? —preguntó, mientras el brillo en su rostro comenzaba a apagarse.
—No estamos solos. Hay enemigos afuera. Este lugar es especial, y no pueden descubrirlo. Necesito sacarte de aquí, sana y salva, lo siento — Vi la tristeza dibujarse en su rostro, el agua inmediatamente cayó y perdió su fuerza —Volveremos. Este lugar siempre será nuestro. Lo prometo. Pero ahora tenemos que volver al castillo.
Ella asintió de nuevo, aunque podía notar la duda en sus ojos. Comenzamos a re